Diferencia entre revisiones de «Confederación Femenil “Dorcas”»

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==La Institucionalización (1948-1973)==   
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[[Archivo:Micaela Suarez.jpg|300px|thumb|right|Micaela Suárez de Gaxiola]]
[[Archivo:Micaela Suarez.jpg|200px|thumb|right|Micaela Suárez de Gaxiola]]
Para fines de la década de los cuarenta, ya se vislumbraba en la mente y corazón de algunas lideresas de esa época, sobre todo en Micaela Suárez de Gaxiola, la idea de que era tiempo de dar el siguiente paso en organizarse ahora en un organismo central llamado confederación. Esto con el fin de orientar mejor a los líderes de las federaciones para unir mayores esfuerzos y ser más eficientes en el apoyo de la obra apostólica de México e impulsar vigorosamente las misiones extranjeras que estaban por comenzar de parte de la IAFCJ en el continente americano. Dicha iniciativa se consensó, se propuso y al fin se aprobó en una conferencia femenil especial celebrada simultáneamente, del 24 al 31 de octubre de 1948, a la Convención General de la Iglesia en Torreón, Coahuila, México. Su lema sería: “Por la Iglesia, el Hogar y la Colectividad”. El texto bíblico oficial que ostentarían fue: “Esforzaos empero vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, que salario hay para vuestra obra” (2 Crónicas 15.7 RV1909).
Para fines de la década de los cuarenta, ya se vislumbraba en la mente y corazón de algunas lideresas de esa época, sobre todo en Micaela Suárez de Gaxiola, la idea de que era tiempo de dar el siguiente paso en organizarse ahora en un organismo central llamado confederación. Esto con el fin de orientar mejor a los líderes de las federaciones para unir mayores esfuerzos y ser más eficientes en el apoyo de la obra apostólica de México e impulsar vigorosamente las misiones extranjeras que estaban por comenzar de parte de la IAFCJ en el continente americano. Dicha iniciativa se consensó, se propuso y al fin se aprobó en una conferencia femenil especial celebrada simultáneamente, del 24 al 31 de octubre de 1948, a la Convención General de la Iglesia en Torreón, Coahuila, México. Su lema sería: “Por la Iglesia, el Hogar y la Colectividad”. El texto bíblico oficial que ostentarían fue: “Esforzaos empero vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, que salario hay para vuestra obra” (2 Crónicas 15.7 RV1909).
[[Archivo:Esther Rivas.jpg|300px|thumb|left|Ma. Esther Rivas de Ortega]]
[[Archivo:Esther Rivas.jpg|200px|thumb|left|Ma. Esther Rivas de Ortega]]
La primera mesa directiva de la Confederación Nacional de Sociedades Femeniles “Dorcas” para el período 1948-1954 quedó integrada por las siguientes lideresas:
La primera mesa directiva de la Confederación Nacional de Sociedades Femeniles “Dorcas” para el período 1948-1954 quedó integrada por las siguientes lideresas:


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Gracias al gran amor y entrega espontánea de estas mujeres apostólicas y para la honra y gloria al Dios Todopoderoso, las señoras encabezadas por la presidenta María Esther Rivas de Ortega, comenzaron a brindar todo su apoyo a la obra misionera representada por el primer misionero que tuvo la IAFCJ, Leonardo Sepúlveda, quien desde agosto de 1948 ya había recibido dicha responsabilidad en Nicaragua, Centroamérica.  
Gracias al gran amor y entrega espontánea de estas mujeres apostólicas y para la honra y gloria al Dios Todopoderoso, las señoras encabezadas por la presidenta María Esther Rivas de Ortega, comenzaron a brindar todo su apoyo a la obra misionera representada por el primer misionero que tuvo la IAFCJ, Leonardo Sepúlveda, quien desde agosto de 1948 ya había recibido dicha responsabilidad en Nicaragua, Centroamérica.  
[[Archivo:Isabel L. de Ramirez.jpg|300px|thumb|right|Isabel L. de Ramírez]]
[[Archivo:Isabel L. de Ramirez.jpg|200px|thumb|right|Isabel L. de Ramírez]]
María Esther Rivas de Ortega, estuvo al frente de la mencionada organización por seis años consecutivos, pero al verificarse la Primera Conferencia Nacional de Sociedades Femeniles en Guamúchil, Sinaloa, fue electa la segunda presidenta, la incansable e inolvidable Isabel L. Vda. de Ramírez. Ella fue asidua continuadora de la labor de fortalecimiento de la obra femenil por doce años consecutivos (1954-1966). Dirigió sabiamente la Confederación Nacional con su frecuente presencia mediante giras realizadas a lo largo y ancho del territorio nacional produciendo un fuerte impacto en el liderazgo de las mujeres apostólicas del país. En el extranjero, logró imprimir su gran amor a la obra misionera apoyándola de manera cabal produciendo abundantes frutos. A ella se le recuerda por su carácter afable y sabia conducción por lo cual era apreciada por todos y cariñosamente la llamaban “Chabelita”.
María Esther Rivas de Ortega, estuvo al frente de la mencionada organización por seis años consecutivos, pero al verificarse la Primera Conferencia Nacional de Sociedades Femeniles en Guamúchil, Sinaloa, fue electa la segunda presidenta, la incansable e inolvidable Isabel L. Vda. de Ramírez. Ella fue asidua continuadora de la labor de fortalecimiento de la obra femenil por doce años consecutivos (1954-1966). Dirigió sabiamente la Confederación Nacional con su frecuente presencia mediante giras realizadas a lo largo y ancho del territorio nacional produciendo un fuerte impacto en el liderazgo de las mujeres apostólicas del país. En el extranjero, logró imprimir su gran amor a la obra misionera apoyándola de manera cabal produciendo abundantes frutos. A ella se le recuerda por su carácter afable y sabia conducción por lo cual era apreciada por todos y cariñosamente la llamaban “Chabelita”.


La tercera presidenta nacional fue Febe Vázquez de Cázares, quien fungió en el período 1966-1970. Ella ha tenido una trayectoria digna de mencionar. Desde su niñez aceptó al Señor, ya que sus padres conocieron al Señor Jesús y le heredaron virtudes como la fidelidad, consagración y el servicio a los demás. Por su parte, ella como madre formó a la que actualmente es tesorera nacional de esta misma organización, a su hija Febe C. de Ávalos, quien está trabajando en forma muy dinámica en este mismo ministerio. Sin duda eso le ha producido una gran dicha poder servirle al Señor Jesús y además tener el privilegio y satisfacción de transmitir esta misma visión a sus hijos. La Biblia nos habla de la herencia que la abuela y la madre pudieron transmitirle a Timoteo. ¡Qué preciosa herencia, es la fe y el servicio a otros!  Dios nos ha otorgado dones y oportunidades de ponerlos por obra para edificación y además nos ofrece darnos la vida eterna.  
La tercera presidenta nacional fue Febe Vázquez de Cázares, quien fungió en el período 1966-1970. Ella ha tenido una trayectoria digna de mencionar. Desde su niñez aceptó al Señor, ya que sus padres conocieron al Señor Jesús y le heredaron virtudes como la fidelidad, consagración y el servicio a los demás. Por su parte, ella como madre formó a la que actualmente es tesorera nacional de esta misma organización, a su hija Febe C. de Ávalos, quien está trabajando en forma muy dinámica en este mismo ministerio. Sin duda eso le ha producido una gran dicha poder servirle al Señor Jesús y además tener el privilegio y satisfacción de transmitir esta misma visión a sus hijos. La Biblia nos habla de la herencia que la abuela y la madre pudieron transmitirle a Timoteo. ¡Qué preciosa herencia, es la fe y el servicio a otros!  Dios nos ha otorgado dones y oportunidades de ponerlos por obra para edificación y además nos ofrece darnos la vida eterna.  
[[Archivo:Febe_Vazquez.jpg|300px|thumb|left|Febe_Vazquez de Cázares]]
[[Archivo:Febe_Vazquez.jpg|200px|thumb|left|Febe_Vazquez de Cázares]]
Febe Vázquez de Cázares como fiel discípula de las anteriores líderes femeniles, dio seguimiento al impulso del trabajo misionero, visitando y orientando el trabajo que le correspondía realizar entre las señoras dentro y fuera de las fronteras de México. En esa época los medios de comunicación no eran tan efectivos como hoy; no había buen servicio telefónico, ni celulares, ni internet, por lo que dependían principalmente de la correspondencia escrita y las frecuentes visitas presenciales a través de giras que duraban meses para ir de iglesia en iglesia, región por región, etc., lo que complicaba más desempeñar su trabajo. Aun así pudo brindar gran apoyo a los programas generales y en especial al de evangelización y de misiones, promoviendo e incrementando la naciente ofrenda de Evangelismo Nacional (EVANAL).
Febe Vázquez de Cázares como fiel discípula de las anteriores líderes femeniles, dio seguimiento al impulso del trabajo misionero, visitando y orientando el trabajo que le correspondía realizar entre las señoras dentro y fuera de las fronteras de México. En esa época los medios de comunicación no eran tan efectivos como hoy; no había buen servicio telefónico, ni celulares, ni internet, por lo que dependían principalmente de la correspondencia escrita y las frecuentes visitas presenciales a través de giras que duraban meses para ir de iglesia en iglesia, región por región, etc., lo que complicaba más desempeñar su trabajo. Aun así pudo brindar gran apoyo a los programas generales y en especial al de evangelización y de misiones, promoviendo e incrementando la naciente ofrenda de Evangelismo Nacional (EVANAL).
[[Archivo:Yolanda_Gómez.jpg|300px|thumb|right|Yolanda Gómez de Pérez]]
[[Archivo:Yolanda_Gómez.jpg|200px|thumb|right|Yolanda Gómez de Pérez]]
Durante los años 1970-1974, tocó a Yolanda Gómez de Pérez, ser la cuarta presidenta nacional. Ella también tuvo el  hermoso ejemplo de su madre que fue de las mujeres pioneras que sirvieron en la iglesia con entrega y devoción. Dicho testimonio fue de grande inspiración para Yolanda y por su parte se esforzó en que sus hijas también llegaran a disfrutar de esa misma herencia. Uno de sus himnos preferidos que compartía frecuentemente con mucha alegría en las reuniones de señoras era “Vale la pena servir a Jesús”, porque deseaba que eso fuera una realidad en sus vidas como lo era en ella.  
Durante los años 1970-1974, tocó a Yolanda Gómez de Pérez, ser la cuarta presidenta nacional. Ella también tuvo el  hermoso ejemplo de su madre que fue de las mujeres pioneras que sirvieron en la iglesia con entrega y devoción. Dicho testimonio fue de grande inspiración para Yolanda y por su parte se esforzó en que sus hijas también llegaran a disfrutar de esa misma herencia. Uno de sus himnos preferidos que compartía frecuentemente con mucha alegría en las reuniones de señoras era “Vale la pena servir a Jesús”, porque deseaba que eso fuera una realidad en sus vidas como lo era en ella.