Diferencia entre revisiones de «San Ignacio Río Muerto, Sonora»

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El hermano Francisco Escalante pastor ordenado en el estado  Sinaloa se viene a integrar a la IAFCJ de la Colonia, pasando a formar parte de los  liturgistas  que ayudaban al pastor Carmen Fierro. El hermano Francisco Escalante Velázquez aquí en la Colonia contrae nupcias con Manuela Díaz Camacho (hija de la hermana Mode), fue la primera ceremonia nupcial que presidió el pastor de la Colonia,  en el primer templo acabado de inaugurar. Una vez unidos en matrimonio se regresa a Sinaloa para continuar con su ministerio pastoral en aquel lugar.
El hermano Francisco Escalante pastor ordenado en el estado  Sinaloa se viene a integrar a la IAFCJ de la Colonia, pasando a formar parte de los  liturgistas  que ayudaban al pastor Carmen Fierro. [[Archivo:15_El_hermano_Francisco_Escalante_Velázquez._Aquí_en_la_Colonia_contrae_nupcias_con_Manuela_Díaz_Camacho_(hija_de_la_hermana_Mode),.jpg|200px|thumb|Francisco escalante y Manuela Diaz Camacho]]
 
 
 
 
El hermano Francisco Escalante Velázquez aquí en la Colonia contrae nupcias con Manuela Díaz Camacho (hija de la hermana Mode), fue la primera ceremonia nupcial que presidió el pastor de la Colonia,  en el primer templo acabado de inaugurar. Una vez unidos en matrimonio se regresa a Sinaloa para continuar con su ministerio pastoral en aquel lugar.




Durante su pastorado  Carmen Fierro se dio la tarea de organizar de una manera ordenada los quehaceres  de la iglesia, a Hipólita Valenzuela Félix se le delegó la responsabilidad de ser tesorera y secretaria; consecutivamente  permaneció siete años ininterrumpidos en su cargo, también tenía otros funciones que se le habían encargado en la obra de Dios. Los miembros se instituyeron por fraternidades (señores, señoras y jóvenes). La  misión continúo su camino de crecimiento y desarrollo integral: numérico, doctrinal, testimonial y servicial que vinieron otros creyentes a hacer pública su fe, aceptando voluntariamente el bautismo en el nombre de Jesucristo.  
Durante su pastorado  Carmen Fierro se dio la tarea de organizar de una manera ordenada los quehaceres  de la iglesia, a Hipólita Valenzuela Félix se le delegó la responsabilidad de ser tesorera y secretaria; consecutivamente  permaneció siete años ininterrumpidos en su cargo, también tenía otros funciones que se le habían encargado en la obra de Dios. Los miembros se instituyeron por fraternidades (señores, señoras y jóvenes). La  misión continúo su camino de crecimiento y desarrollo integral: numérico, doctrinal, testimonial y servicial que vinieron otros creyentes a hacer pública su fe, aceptando voluntariamente el bautismo en el nombre de Jesucristo.  
[[Archivo:16_Dentro_de_la_organización_de_la_liturgia_ayudaban_al_pastor_los_jóvenes_Herminio_Félix,_Cande_Bojórquez_y_el_Sr._Fernando_Leyva_entre_otros.jpg|200px|thumb|Herminio Felix,Cande Bojórquez y el Sr. Fernando Leyva]]




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Cabe hacer mención que en esa época no había muchas viviendas y por lo tanto pocos habitantes, por lo que era muy notorias  las actividades que  hicieran los aleluyas, nombre que se le daba al que no era católico. De igual manera eran muy notorias y muy famosas las fiestas tradicionales que celebraban el grupo étnico  Yaqui de la Colonia Militar, junto a San Ignacio. Era  una Colonia que formaba parte de San Ignacio Río Muerto. Es un  lugar poblado por la tribu Yaqui, indígenas que defendían con celo sus costumbres  y tradiciones, por lo que se dificultaba  la presentación del evangelio; a pesar de estos obstáculos algunos hermanos se dieron a la tarea de tomarse de recursos espirituales con fe y valor e ir a Colonia Militar a presentar el Plan de Salvación a los yaquis, obteniendo  como primera  consecuencias el rechazo y desprecio del evangelio. Como resultado sucedió  un hecho muy notorio  y hablado por primera vez entre los nativos Yaquis; sucedió  que un joven Yaqui, de nombre Emilio Martínez Molina acepta el evangelio y rompe con un paradigma de la tradición Yaqui. El hecho de pertenecer a una cultura le implicaba varias prohibiciones. El joven Emilio Martínez pertenecía a una tradición fariseo o chapayeca. En su juventud fue Capitán de los chapayecas. Un chapayeca  es  un hombre yaqui por herencia que voluntariamente acepta el compromiso de participar en las  actividades durante la Semana Mayor (semana santa).  Durante el desarrollo de esta celebración Yaqui, los diferentes personajes que participan están obligados a cumplir determinadas funciones, de lo contrario  se hacen acreedores a castigos según la Ley de la etnia Yaqui. Emilio Martínez decide renunciar a toda una tradición con sus prácticas y costumbres para dedicarse a servir a Dios. Durante cuatro años cambió su tradición por actividades cristianas para dedicarse ahora a una cultura en el conocimiento de la Palabra de Dios a través de la Biblia. Narran sus hijos que constantemente se le buscaba  para castigarlo conforme marca la Ley y tradición  Yaqui. En  varias ocasiones se le buscó en su domicilio  para ser chicoteado según la costumbre por haber desobedecido y renunciado a una tradición indígena. Gracias a Dios nunca se llevó a cabo esta sanción.  Después de estar escuchando el evangelio durante cuatro años Emilio decide bautizarse,  noticia que corrió como pólvora por los oídos yaquis. Llegado el momento la mayoría de las personas se trasladaron a orillas del canal que se encuentra a un costado de la colonia Militar a ser testigo de este hecho asombroso.  
Cabe hacer mención que en esa época no había muchas viviendas y por lo tanto pocos habitantes, por lo que era muy notorias  las actividades que  hicieran los aleluyas, nombre que se le daba al que no era católico. De igual manera eran muy notorias y muy famosas las fiestas tradicionales que celebraban el grupo étnico  Yaqui de la Colonia Militar, junto a San Ignacio. Era  una Colonia que formaba parte de San Ignacio Río Muerto. Es un  lugar poblado por la tribu Yaqui, indígenas que defendían con celo sus costumbres  y tradiciones, por lo que se dificultaba  la presentación del evangelio; a pesar de estos obstáculos algunos hermanos se dieron a la tarea de tomarse de recursos espirituales con fe y valor e ir a Colonia Militar a presentar el Plan de Salvación a los yaquis, obteniendo  como primera  consecuencias el rechazo y desprecio del evangelio. Como resultado sucedió  un hecho muy notorio  y hablado por primera vez entre los nativos Yaquis; sucedió  que un joven Yaqui, de nombre Emilio Martínez Molina acepta el evangelio y rompe con un paradigma de la tradición Yaqui. El hecho de pertenecer a una cultura le implicaba varias prohibiciones.  
 
[[Archivo:17_El_joven_Emilio_Martínez_pertenecía_a_una_tradición_fariseo_o_chapayeca.jpg|200px|thumb|Farisero o chapayeca]]
 
 
 
 
El joven Emilio Martínez pertenecía a una tradición fariseo o chapayeca. En su juventud fue Capitán de los chapayecas. Un chapayeca  es  un hombre yaqui por herencia que voluntariamente acepta el compromiso de participar en las  actividades durante la Semana Mayor (semana santa).  Durante el desarrollo de esta celebración Yaqui, los diferentes personajes que participan están obligados a cumplir determinadas funciones, de lo contrario  se hacen acreedores a castigos según la Ley de la etnia Yaqui. Emilio Martínez decide renunciar a toda una tradición con sus prácticas y costumbres para dedicarse a servir a Dios. Durante cuatro años cambió su tradición por actividades cristianas para dedicarse ahora a una cultura en el conocimiento de la Palabra de Dios a través de la Biblia. Narran sus hijos que constantemente se le buscaba  para castigarlo conforme marca la Ley y tradición  Yaqui. En  varias ocasiones se le buscó en su domicilio  para ser chicoteado según la costumbre por haber desobedecido y renunciado a una tradición indígena. Gracias a Dios nunca se llevó a cabo esta sanción.  Después de estar escuchando el evangelio durante cuatro años Emilio decide bautizarse,  noticia que corrió como pólvora por los oídos yaquis. Llegado el momento la mayoría de las personas se trasladaron a orillas del canal que se encuentra a un costado de la colonia Militar a ser testigo de este hecho asombroso.  




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