El Cebollín, Tepehuanes, Durango

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Yo, Merced Rodríguez E. comparezco ante la presencia de Dios y de ustedes para contar la historia de la forma en que empezó la obra de Dios en este lugar del Cebollín, Tepehuanes, Dgo. Fue en la década de los 80, cuando yo, Merced Rodríguez E. tuve un llamado directo por parte de nuestro glorioso Señor y Salvador Jesucristo a entregar mi vida a Él y a predicar su preciosa palabra. Sin conocer nada de Dios, y mi credo, según yo, era católico, pero en el año de 1986, por el mes de octubre, llegó repentinamente una enfermedad a mi vida y esta enfermedad era que no entró aire a mis pulmones y me sentía morir, me estaba desorbitando, no hablaba, sólo me retorcía y daba vueltas por el piso, desesperado.


En la casa no había ni ha habido televisión, pero Dios me hizo ver en visión una de ellas, en la que pasó como un video a colores, de medidas aproximadas de 1m de largo por 20cm de ancho, aparecieron una letras grandes que decían: “Yo soy Jesucristo que te estoy llamando, a través de este suceso, te necesito para que prediques mi Evangelio. Tengo poder para sanarte si decides servirme; pero tengo poder también para quitarte la vida si decides no obedecer el llamado”. Como no podía hablar, pensé dentro de mí: “Te voy a servir”, en seguida se me quitó lo que detenía y pude jalar aire para llenar mis pulmones y respirar normalmente.


Sin embargo pasaron unos días y sin saber a dónde ir, o que hacer, para obedecer el llamado, no había nadie que me pudiera guiar; en una ocasión me topé con el Rev. Ventura Corrujedo y rápidamente le conté el evento, pues yo sabía que era “hermano”, no le dio importancia y me ignoró, y yo seguí buscando, sin poder encontrar respuesta. Por lo tanto el eventos se repitió, al no encontrar respuesta, para servirle a Dios, me empecé a enfriar en esta búsqueda y transcurrió el tiempo. En una ocasión escuché una voz que me decía: “Quiero que vayas a orar por una persona a tal lugar, porque ella tiene 6 años de enferma, ha acudido a diferentes médicos y no ha podido sanar”. Yo sin ser bautizado, sin saber orar, fui y al estar con ella, sanó y se convirtió al Evangelio. Como resultado de la sanidad de la Hna. Luisa Herrera, corrió la noticia, llegó a oídos del Hno. Ciro González, miembro bautizado de la Iglesia del Tarahumar, que vino a mi casa. Fue hasta el año 1989, que el Hno. Ciro me instruyó y me ayudó a acercarme al Señor, me hizo entender lo necesario que es el bautismo en agua, por inmersión y en el Nombre de Jesucristo para la salvación de mi alma, por lo que decidí que me acompañara a la ciudad de Tepehuanes, Dgo., con el fin de tener una plática con el pastor de ese lugar, Rev. Eduardo Rivera Rivera, siendo él quien me bautizara y nos pusimos de acuerdo para que él subiera a bautizarme a mi rancho, puesto que mi deseo era grande porque escucharan todos los habitantes y así fueran testigos del acontecimiento, que se realizó el 26 de Agosto de 1989. Para este momento había convencido a mi esposa, la Hna Petronila y a mis papás y juntos llegamos al bautismo.


Decidió el Rev. Eduardo Rivera Rivera, darme la encomienda que buscara un lugar donde nos reuniéramos y les predicara la palabra. No reuníamos y orábamos en una casita, y yo les enseñaba hasta que percibí la necesidad de un templo, por lo tanto le dije a la congregación que yo tenía una propiedad donde podíamos iniciar a construir, a la congregación le pareció bien, sólo que tenía el inconveniente de que mi rancho quedaba muy lejos para ir a las actividades, llegamos a la conclusión que mejor buscara un lugar más céntrico, donde poder acudir, no sólo los hermanos, sino todas las personas interesadas en el evangelio. Con esta nueva propuesta, empecé a hablar con los comuneros y directivos que se nos proporcionara un solar, quienes me contestaban que no tenían ningún inconveniente en dármelo siempre y cuando los demás también estuviera de acuerdo. Desfilaba de uno en uno y siempre me daban la misma respuesta, hasta que una persona me dijo que así no iba a conseguir nada, que si aceptaba él se comprometía a juntar a todas las personas y así juntas pedirles su parecer, me dio una fecha de reunión, pero él se adelantó y los juntó antes para ponerlos de acuerdo que no donaran terreno alguno. Así al llegar a la reunión prevista, dijeron que no estaban de acuerdo en ceder ningún terreno para este fin, entonces me di a la tarea de buscar a los hermanos que tuvieran terreno y les pedía que nos regalaran un pedazo o nos lo vendieran para hacer el templo. Uno de los hermanos convino en regalarnos el terreno y empecé a trabajar, motivando a los hermanos y personas que nos rodeaban y todos respondían de una manera positiva. Unos disponían sus camionetas para traer grava, agua, piedra, etc. La mayoría de las personas se acercaban a trabajar, otros daban alimentos, otros daban dinero y al faltar cemento, y no tener con qué comprarlo, me trasladé a la ciudad de Tepehuanes, Dgo. Y lo solicité al Sr. Presidente Municipal, quien me dio no sólo el cemento sino también varilla, alambrón, malla, lámina, triplay y hasta el vitropiso, respondió de una manera muy favorable y lo que él no me pudo dar me lo dio el siguiente Presidente Municipal, y ahora Gracias a Dios y a las personas contamos con un templo de 8m por 16m, techado de lámina galvanizada, cercado con malla ciclónica, seguimos luchando para terminar de arreglarlo. Les hablamos a todas las personas que nos encontramos y se han bautizado varias de ellas. Hoy contamos con la asistencia de 30 hermanos bautizados y 15 visitas.