Diferencia entre revisiones de «San Ignacio Río Muerto, Sonora»

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Mientras los  hermanos  continuaban  a paso firme en su fe, atendiendo su rol y su misión en esta Colonia,  como  grupo unido  los alcanza el año 1958 en una dinámica totalmente  evangelizadora  y permaneciendo en  oración, intercediendo por la conversión de más almas para Cristo y buscando en la Biblia la guianza divina. Ya  la obra había cobrado fuerza y  ameritaba un pastor de  tiemplo completo en la Colonia (hoy SIRM). Todavía  no terminaba el año 1958 cuando les envían al primer pastor Carmen Fierro junto con su esposa Alba Cázares de Fierro, nativos de Cd. Obregón, Sonora.  A  causa del crecimiento  que se estaba produciendo hubo la necesidad de que se les enviara un pastor.  JOSE CARMEN FIERRO  en el primer  pastor que en 1958 envían a la misión de San Ignacio Río Muerto. Con  su esposa hermana Alba  de Fierro hacen un excelente trabajo pastoral hasta 1965, durante siete años caminaron con la iglesia comprometida con el Señor al servicio del pueblo. Habían quedado frutos que cosechar de los que fueran los primeros pilares del evangelio apostólico.  . Al llegar a la Colonia (hoy San Ignacio Río Muerto) para hacerse cargo de la misión, el pastor José Carmen Fierro Márquez,  le es necesario  buscar una casa para radicar  en este lugar; así tener más tiempo para atender el desarrollo de la iglesia de una manera  más cercana y efectiva. Se encuentra con el gran reto, ¡no había casa pastoral,  mucho menos templo! en donde realizar  apropiadamente las diferentes actividades que se hacían durante la semana. A  la llegada del pastor Carmen Fierro,  se  detonó entre los hermanos un ambiente de más compromiso hacia Dios y por ende con el siervo de Dios recién llegado.
Mientras los  hermanos  continuaban  a paso firme en su fe, atendiendo su rol y su misión en esta Colonia,  como  grupo unido  los alcanza el año 1958 en una dinámica totalmente  evangelizadora  y permaneciendo en  oración, intercediendo por la conversión de más almas para Cristo y buscando en la Biblia la guianza divina. Ya  la obra había cobrado fuerza y  ameritaba un pastor de  tiemplo completo en la Colonia (hoy SIRM). Todavía  no terminaba el año ===1958 cuando les envían al primer pastor JOSE CARMEN FIERRO=== junto con su esposa Alba Cázares de Fierro, nativos de Cd. Obregón, Sonora.  A  causa del crecimiento  que se estaba produciendo en la mision de la iglesia es que se tuvo la necesidad de que se les enviara un pastor de tiempo comleto. Con  su esposa hermana Alba  de Fierro hacen un excelente trabajo pastoral hasta 1965, durante siete años caminaron con la iglesia comprometida con el Señor al servicio del pueblo. Habían quedado frutos que cosechar de los que fueran los primeros pilares del evangelio apostólico.  . Al llegar a la Colonia (hoy San Ignacio Río Muerto) para hacerse cargo de la misión, el pastor José Carmen Fierro Márquez,  le es necesario  buscar una casa para radicar  en este lugar; así tener más tiempo para atender el desarrollo de la iglesia de una manera  más cercana y efectiva. Se encuentra con el gran reto, ¡no había casa pastoral,  mucho menos templo! en donde realizar  apropiadamente las diferentes actividades que se hacían durante la semana. A  la llegada del pastor Carmen Fierro,  se  detonó entre los hermanos un ambiente de más compromiso hacia Dios y por ende con el siervo de Dios recién llegado.





Revisión del 20:54 21 sep 2014

INICIO DE LA OBRA

LOS PILARES DEL EVANGELIO EN LA SIEMBRA DE LA PALABRA DEL VALLE DE YAQUI DE LA IAFCJ, SAN IGNCIO RIO MUERTO, SONORA.

En la investigación para reconstruir la historia de la IAFCJ ubicada en San Ignacio Rio Muerto (antes La Colonia) se encontró que aproximadamente a partir del año 1951 ya se hayaban algunos hermanos bautizados en el Nombre de Jesucristo radicando en este pequeño pueblo.


Por no existir templo en éste lugar se congregaban y pertenecian a la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús del Campo 60 o Ejido Francisco Javier Mina. Eran miembros muy activos, miembros concientes de su deber como cristianos, asumiendo con unidad la responsabilidad con la iglesia a la que los alimentaba. La distancia, las carencias de estos primeros valientes y la falta de transporte no impedían que se trasladaran a cuanta actividad les invitaran, entre todos se daban a la tarea de buscar los medios que los llevara a sentir el fuego fraternal que los mantenía fortalecidos, que los mantenía en una pasión por buscar almas para Cristo. Esa pasión por Cristo los mantuvo algunos años como grupo de hermanos que daban testimonio de conservarse en la doctrina de los apóstoles como lo marcan las Sagradas Escrituras.


Había dos familias en el pueblo que formaban la mayor membresía de estos hermanos, a unos les decían los Barraza y a los otros les decían los Pérez. Los Barraza eran Gerardo Barraza, Jesús Barraza, un joven de nombre Isabel Barraza, otra persona con el mismo nombre de Isabel Barraza y por último María Barraza. Por su parte los Pérez, eran el matrimonio Jesús Pérez y la señora Chahua de Pérez y su hijo Meregildo Pérez, quien se destacaba por su habilidad para tocar la guitarra haciendo más especial esos momentos de adoración, al acompañar los himnos con su música en las diferentes actividades del grupo. En este reducido grupo de cristianos se encontraban también dos parejas de matrimonio, uno era el señor Félix Escalante y su señora Jesús de Escalante, a quienes habían evangelizado en la comunidad del Salsipuedes, salieron de ese lugar para ser bautizados, añadiéndose al grupo de San Ignacio. Transcurrido un breve tiempo recibe el bautismo la mamá de los hermanos carnales Félix y Francisco Escalante Velázquez.


El otro matrimonio era el señor Bruno Borbón y su señora esposa Juana Palossi, junto con su hija Josefina Gallegos Palossi,

Juana palossi y Josefin Gallehos Palossi


la familia Borbón Palossi vivía en un campo Agrícola llamado el Desagüe y. cuando había algo que hacer para la obra de Dios, desde ese lugar se trasladaban en carreta a la Colonia. Con entusiasmo se alimentaban junto con el grupo de hermanos haciendo lo que mejor podían para comunicar a Cristo.


Se busca hacer actividades que fortalecieran y que mantuvieran vivo el ánimo de continuar en la lucha. Al poco tiempo se trasladan a vivir a San Ignacio construyendo su propia casa por el Callejón Ures esquina con Calle Independencia.


En esa época Herminio Félix Félix era un diácono que vivía y pertenecía a la iglesia apostólica en el poblado de Campo 60, el joven venía a San Ignacio con el interés de ayudar a preservar y a alimentar espiritualmente el número de cristianos en el pueblo; también apoyaba coordinadamente en las actividades organizadas por la iglesia del campo 60 para mantener integrados este pequeño grupo. Por lo pronto pertenecían A la IAFCJ del Campo 60.


El 23 de junio de 1959 se integra doña Ventura Montoya de Rojas.

Hna. ventura


Ella había sido bautizada en Empalme en la iglesia de Dios, por radicar en este poblado pertenecía al la iglesia de Colonia Militar. Fue evangelizada por el hermano Fernando Leyva con las explicaciones de la unicidad de Dios y el bautismo en el nombre de Jesucristo; entiende perfectamente su gran significado, cree, obedece y solicita ser bautizada en el nombre de Jesucristo; convirtiéndose así en parte de los discípulos. Ella y su joven nieto

Candelario



Candelario Bojórquez vivían en una parte de la casa de terrado en el mismo solar de la familia Borbón Palossi (calle Independencia esquina con callejón Ures). Doña juanita Valenzuela

Juana valenzuela



también era ya bautizada, perteneciendo a los cimientos de la IAFCJ. Ramón Conteras hermano también era miembro junto con los hermanos de la Colonia. Él venía de la Curva y se bautizó junto con Doña Juanita Valenzuela y su esposo Juan Castro, se desconoce el lugar donde se bautizaron; pero igual pertenecían a los cimientos de la IAFCJ, estos últimos vivía en el desagüe, al tiempo se vienen a vivir a la Colonia por la Calle 23 de Octubre (hoy calle del Kiosco).


En el transcurrir de los siete años estos hermanos se mantuvieron unidos en la fe, en oración, en ayuno, en intercesión por las promesas (llenura del Espíritu Santo) y en un evangelismo personal con Biblia en mano. Relatan que jamás perdieron la fe y la esperanza de hacer discípulos reproductivos


Hna. Tula y Hno. Fernando Leyva



Por la calle Yécora entre calle Independencia y Calle Benito Juárez vivía la familia Leyva, toda la familia mostró interés por el evangelio dando libertad para recibir la predicación de la Palabra de Dios.


Los himnos que se cantaban eran enfocados a la enseñanza, a la invitación para vivir apropiadamente una vida cristiana pentecostal en el caminar con Dios. Se afirma que Fernando Leyva y sus hijas Flora, Bertha y Alicia cantaban este tipo de cantos.

Fernando,Flora y Licha.


El tocaba el acordeón y la guitarra y ellas tenían una voz talentosa que fortalecían los cultos produciéndose un ambiente de declaración a la grandeza de nuestro Dios, reconociendo su soberanía. ¡Era un gozo total!


Entre el 1951 y 1958 aproximadamente llega procedente de un lugar del estado de Sinaloa el hermano Rosalino Ramírez, cabe aclarar que no venía con la misión de encargarse de los hermanos; sus propósitos eran simplemente laborales. Rosalino Ramírez era diácono ordenado, trae consigo a su esposa Tiódola Soto y familia, venían a trabajar como era costumbre por temporadas al próspero valle del yaqui, en actividades del campo. Como hombre obediente al evangelio no desaprovechó la oportunidad para dedicarse también a sembrar en otras tierras la semilla de la Palabra de Dios. Rosalino se encontró con una sorpresa muy agradable en San Ignacio o Valle del Yaqui, además de hallar un prometedor lugar para vivir y trabajar en el campo y de esa forma mantener a su familia, encontró que ya había unos cuantos cristianos y la gran oportunidad para compartir a la vez con sus vecinos el plan de salvación, A un lado de la casa que hallaron para vivir se encontraba la familia compuesta por el matrimonio Fernando Leyva y su esposa Gertrudis de Leyva, a quienes inmediatamente después de instalarse en la casa empiezan a presentarles la palabra de Dios, atrayendo la atención de los hijos también. Después se dan cuenta que ya se reunían con un grupo de cristianos, de igual forma se integran al grupo.


Los hijos del matrimonio Leyva eran los jóvenes Lino, Herculano Flora, Berta, Alicia.

Flora,Bertha y Alicia


En el mismo hogar la señora Petra mamá del señor Fernando Leyva era cautivada por el evangelio que les predicaban.

Petra de Leyva


Igual aceptaba que se le predicara el evangelio la señora Hipólita Valenzuela Félix, conocida también de la cuadra de Rosalino Ramírez, todos ellos únicamente demostraban ser simpatizantes y oidores de la doctrina apostólica.


Durante algunos años, los primeros cristianos apostólicos experimentaron un arduo trabajo evangelizador por cuenta propia. Se afirma que los primeros servicios espirituales y organizados de una manera sistemática se realizaban en casa del matrimonio Rosalino Ramírez y Tiódola Soto. La naturaleza de los creyentes era permanentemente en el evangelismo personal, incluyendo en comunidades cercanas al pueblo, convivir en fraternidad con otras iglesias, en trabajos propios pero en equipo para mantener la obra de Dios y hacerla crecer, siendo uno de los valores más cuidados, el testimonio personal de los creyentes. Hasta aquí no se había realizado ningún bautismo por parte de la IAFCJ dentro del pueblo, pasaban los días y parecía que no pasa nada, parecía que los oyentes únicamente se concretaban a escuchar la palabra, era desalentador ver que no surgía un valiente que dijera _ ¡yo quiero ser salvo y servirle a Dios! ¡No surgía ni siquiera uno de entre todos los que escuchaban la palabra, que decidiera aceptar a Cristo como su único Dios y salvador! todo ello no impidió que se continuara en unidad, en oración y perseverancia en continuar evangelizando. De pronto, esos simpatizantes del evangelio se convirtieron en respuesta a las oraciones, ruegos y súplicas a Dios que hacían constantemente el pequeño grupo de aleluyas, reunidos en el hogar y casa del matrimonio Rosalino Ramírez -Tiódola Soto, en ocasiones se reunían en casa de los Leyva.


Aquellos que solamente eran oidores de la palabra de Dios, pasan a ser hacedores de ella y varios deciden aceptar el evangelio a través del bautismo. Se acercaba tiempos de cosechar, por lo que se planeó una actividad, la alegría que se respiraba no se podía ocultar en los rostros de los hermanos. El primer triunfo de Gloria les había llegado, Las sonrisas estaban a flor de labios, la victoria llegó para quedarse. ¡Era una satisfacción! se vivía ansias pues se aproximaban momentos de celebrar, momentos de segar lo que se había sembrado, se organiza una celebración en grande. Celebración que se convirtió en una gran fiesta de adoración y agradecimiento. A esta actividad asiste el predicador y evangelista Rosario Duran, a quien ya esperaban los visitara para que allí en el pueblo se bautizaran a quienes así lo habían decidido, a quienes ya habían hecho la decisión de ser llamados hijos de Dios. Rosario Duran era un predicador que acostumbraba visitar y andar de pueblo en pueblo predicando el evangelio.


Recorría los campos y comunidades del Valle del Yaqui entre otras aisladas comunidades llevando las buenas nuevas de salvación a los perdidos, pues esta era una tarea que se había tomado como su misión. Fue hasta entonces que los nueve decididos esperaban ansiosos la llegada del evangelista Rosario Duran para ser bautizados. Los bautismos se realizaron en el canal camino al panteón municipal. En esa ocasión vinieron en carretas, a caballo, en bestias, hasta en bicicletas y en lo que se pudiera, de otras iglesias por lo que se convirtió en fiesta, júbilo, agradecimiento, adoración a Jesucristo. Entre aplausos, oración y cantos se celebraba el culto, era tanta la concurrencia que se preparó comida para todos los visitantes.


Entre los hombres y mujeres valientes que deciden voluntariamente creer a las promesas de Dios y bautizarse en el nombre de Jesucristo, se encontraban la señora Petra de Leyva (mamá del señor Fernando Leyva), tres de los hijos del Señor Fernando Leyva: Lino, Herculano y Bertha.


Los ánimos y la sed de asegurar una salvación por gracia empezaron a surgir inquietante entre los evangelizados. Se dejó venir una ola de arrepentidos rendidos a Jesucristo, eran nueve personas que querían ir tras las Buenas Noticias (Evangelio) entregándose a Cristo. Este hecho les inyecto nuevas fuerzas expresando su agradecimiento con cantos de regocijo, de júbilo por la victoria que el Señor Jesús había dado.


Estos bautismos se hacen en presencia de muchos testigos, vecinos de esta localidad y de otras iglesias aledañas que fueron invitadas a venir al pueblo para hacer de este acto una gran confraternidad y fiesta de júbilo , donde no sólo se le rindió culto al Señor Jesucristo; sino que se convirtió en todo una festividad, se dice que se preparó bastante comida para brindar a todos los asistentes.


Hipolita Valenzuela de Felix


En esta ocasión también se bautiza Hipólita Valenzuela Félix y cuatro personas más, las cuales se desconocen sus nombres. En total fueron nueve bautismo todos ellos son sumergidos en las aguas en el nombre de Jesucristo, dando así su primer paso de obediencia y demostración de fe, todo esto aconteció en el comúnmente llamado canalón rumbo a siete cerca al panteón del pueblo.


Este acontecimiento vino a engrandecer el pequeño grupo que parecía no tener futuro. Ahora ya no eran pocos ni pequeño grupo, ahora ya los aleluyas estaban más fuertes numérica y espiritualmente. Como misión a cargo del Campo 60, no se perdían la oportunidad de reunirse adorar juntos y confraternizar,

Hna. Hipolita cantando en convención


algunas veces hasta Cd. Obregón los llevaba el entusiasmo de juntarse en un mismo Espíritu y en un mismo pensar para adorar al dador de la vida.


Además de las actividades semanales que los hermanos organizaban en casa de Rosalino Ramírez, se llegó hacer allí mismo confraternidades, a las que se daban cita las iglesias campo 60 y 30, la Noria, Bácum y Cd. Obregón entre otras.

12 A pesar de la falta de un pastor más cercano a la iglesia, los hermanos se organizaban para coordinar la asistencia a las confraternidades que se celebraban en la Primera IAFCJ de Cd. Obregón..jpg


A pesar de la falta de un pastor más cercano a la iglesia, los hermanos se organizaban para coordinar la asistencia a las confraternidades que se celebraban en la Primera IAFCJ de Cd. Obregón. Que era la iglesia más retirada del Valle.


Aquí, pues, están los hechos comprobados por boca de más de dos testigos. Todos los personajes que se han nombrado desde 1951 al 1958, representan los pilares del Evangelio de la iglesia Apostólica De La Fe En Cristo Jesús de San Ignacio Río Muerto. Se dice que fueron los que detonaron la obra de Jesucristo; con una frase indelebre en el corazon “Edificare mi Iglesia”, ¡y en efecto la edificó! Una Iglesia a la que dio la comisión de predicar y publicar su Evangelio, el mismo Mensaje que él trajo procedente de Dios ¡a todo el mundo! de la misma manera llega a San Ignacio Río Muerto.


Mientras los hermanos continuaban a paso firme en su fe, atendiendo su rol y su misión en esta Colonia, como grupo unido los alcanza el año 1958 en una dinámica totalmente evangelizadora y permaneciendo en oración, intercediendo por la conversión de más almas para Cristo y buscando en la Biblia la guianza divina. Ya la obra había cobrado fuerza y ameritaba un pastor de tiemplo completo en la Colonia (hoy SIRM). Todavía no terminaba el año ===1958 cuando les envían al primer pastor JOSE CARMEN FIERRO=== junto con su esposa Alba Cázares de Fierro, nativos de Cd. Obregón, Sonora. A causa del crecimiento que se estaba produciendo en la mision de la iglesia es que se tuvo la necesidad de que se les enviara un pastor de tiempo comleto. Con su esposa hermana Alba de Fierro hacen un excelente trabajo pastoral hasta 1965, durante siete años caminaron con la iglesia comprometida con el Señor al servicio del pueblo. Habían quedado frutos que cosechar de los que fueran los primeros pilares del evangelio apostólico. . Al llegar a la Colonia (hoy San Ignacio Río Muerto) para hacerse cargo de la misión, el pastor José Carmen Fierro Márquez, le es necesario buscar una casa para radicar en este lugar; así tener más tiempo para atender el desarrollo de la iglesia de una manera más cercana y efectiva. Se encuentra con el gran reto, ¡no había casa pastoral, mucho menos templo! en donde realizar apropiadamente las diferentes actividades que se hacían durante la semana. A la llegada del pastor Carmen Fierro, se detonó entre los hermanos un ambiente de más compromiso hacia Dios y por ende con el siervo de Dios recién llegado.


El pastor renta una casa por el callejo Ures propiedad de Darío, Inés y Magdaleno López Lupercio, por la cantidad de $60.00 pesos. A la entrada del callejón Ures vivían un matrimonio cristiano Juana Palossi y Bruno Borbón, quienes tenían dentro de su propiedad en el patio una ramada de tres paredes, misma que fue ofrecida para que se realizaran allí las actividades de la semana debido a la cercanía de la familia pastoral. Una parte de los cuartos de la casa de los Borbón Palossi vivía la hermana Ventura Montoya de Rojas con su nieto Candelario Bojórquez. Entre todos los concurrentes equiparon con sillas y bancas traídas de sus propias casas que servían de mobiliario para hacer de los momentos de devoción más confortables.


El joven Emilio Félix Félix, era diaconado y brindaba sus servicios y ponía su ministerio al servicio de la Obra junto con su pastor Carmen Fierro. Emilio Félix ayudaba en esta época como presidente de los jóvenes.


El matrimonio de Fernando Leyva y Gertrudis de Leyva (hermana Tula) se bautizan ambos en un culto en la primera IAFCJ de Cd. presidiendo el hermano Eduviges Cazares (hermano Vicky).


Cuando se hacían festividades generales los hermanos rentaban un troque, la caja de éste era arreglado con bancas para adaptarlas como asientos improvisados para usarse y así ser trasladados cómodamente al lugar donde fuere la celebración; incluso iban a actividades o fiestas a Guaymas y Empalme. Lo dueños de los troques que se rentaban eran de Nayo Valenzuela, otros eran de Mercedes y Tacho Baca, ninguno negaba sus servicios el día que fuere, debido a que los aleluyas (así les llamaban) se caracterizaban por ser un grupo respetuoso, prudentes, tranquilo y sin problemas. En uno de las salidas le llegaron de sorpresa a Nayo Valenzuela para que los llevara a un viaje de la iglesia, en ese instante se encontraba sucio de sus ropas por que se encontraba recién llegado de su labor de trabajo, textualmente sus palabras fueron _ ¡claro que si los llevo y así me voy, alcabo que los hermanos no son criticones! Con esa expresión demostraba respeto hacia los creyentes del evangelio.


En la ramada que servía de templo sigue su curso la misión. Allí se celebraron navidades y años nuevos, eso si dentro de un marco de humidad pero con mucho sentido espiritual. Mientras hervían las tinas de comida en las hornías, adentro de la ramada la liturgia continuaba su curso presentando agradecimientos y honor al Rey de la Gloria, obras de teatro, cantos alusivos al festejo, poemas, etc., después al término del culto acompañados del calor de una fogata, gustaban de cenar juntos en un ambiente regocijante y de hermandad.


En el pastorado del hermano Carmen Fierro se bautizó a Alicia y Flora Leyva de 18 y 15 años de edad respectivamente, los bautismos se celebraron en el canal rumbo al panteón de la colonia. Por otro lado oriundos de Bachomobampo vienen a sumarse a grupo de discipulos la familia de Jesús Díaz Yucupicio con él sus hijas y su señora esposa Isabel de Díaz. Don Chuy Díaz ya venía bautizado de Bachomobampo, Sonora. Fue sumergido en las aguas del bautismo en 1947 junto con sus hijas Blanca Estela y Herminia Díaz Ayala. Doña Isabel Díaz o Chavelita aún persistía rebelde a la doctrina. Doña Chavelita expresaba tal rechazo hacia los hermanos, constantemente eran discusiones entre pareja por causa del evangelio; algunas veces amenazó con vaciar agua caliente y echarlos de su casa si continuaban visitándolos para predicarles el evangelio. La insistente fe y el estilo de vida de los hermanos de nuevo provocaron la misericordia de Dios para cautivar y transformar más tarde ese duro corazón de doña Chavelita. Don Chuy Díaz, como se le conocía había sido subteniente en la guerra en la lucha por la Independencia de México, venían procedentes de la comunidad de Bachomobampo, su integración al grupo de hermanos en la Colonia (San Ignacio) causó mucho asombro entre los vecinos, por su condición de excombatiente de guerra, ya jubilado por el gobierno federal. Algunas de sus hijas ya venían bautizadas, a otras bautizó el pastor Carmen Fierro, entre ellas María de La luz Díaz Ayala.


La primera pareja de novios que contrajo nupcias en la ramada que hacía las veces de templo fue la hija de Don Chuy Díaz, la jovencita Herminia Díaz Ayala y Damasio Barraza, aunque el pastor era Carmen Fierro vino a presidir la ceremonia Nupcial el hermano Ambrosio Jocobi.


Del mismo modo el pastor Carmen Fierro enlazó a la joven pareja Flora Leyva e Isabel Barraza presentando y declarando bendición en el compromiso de la pareja ante Dios.


En una ocasión, las iglesias del Valle organizaron una confraternidad en la primera Iglesia de Cd. Obregón en la que los acompañaba el pastor Francisco Lapízco. En esta actividad se bautiza después de tres meses de evangelizado el joven Candelario Bojórquez, también la madre de Candelario Bojórquez la señora Refugio Armenta Molina (hna. Cuquita) y la esposa de Don Chuy Díaz la señora Isabel Ayala (Chavelita). Como ya se empezaba a dar un ambiente de más movimiento y se había aumentado el número de miembros, se vinieron algunos hermanos que pertenecían al Campo 60, a formar parte de la membresía de San Ignacio, entre ellos Trinidad Rentaría. Aproximadamente en estas mismas fechas una joven mujer, viuda, de nombre Modesta Camacho Beltrán (hermana Mode), vivía en Bahía de Lobos. Ella era la única cristiana en aquel lugar, era una madre de familia con varios hijos que mantener; por la distancia y la falta de transporte le era imposible asistir con regularidad a los cultos a la Colonia (San Ignacio), era la iglesia más cercana para ellos, lo anterior no le impidió asistir aunque fuera a lo largo venir sentir el calor de la llama espiritual que la alimentara y le diera las suficientes fuerzas para regresar a veces en meses. Durante varios años ella y sus hijos estuvieron haciendo el sacrificio de caminar hasta 15 kilómetros a pie con sus hijos, más 3 kilómetros en una carreta prestada por misericordia de Dios para trasladarse de Bahía de Lobos a la Colonia (San Ignacio) con el propósito de recibir un poco de alimento espiritual que la mantuviera fiel en el evangelio. No era fácil que una madre rodeada de sus pequeños y de adolescentes jovencitas, caminaran y caminaran a pie durante todo un día, entre fríos, entre lluvias, entre el lodo y entre peligros del monte, haciendo frente al esfuerzo por continuar en la fe y dejar una herencia espiritual que a la fecha ha trascendido trayendo frutos y más frutos.


Durante los 7 años que duró el pastorado del hermano Carmen Fierro se sumaron al evangelio de Jesucristo los hermanos Trinidad Salazar, Carmen Salazar, Rosario Palafox, Antonia Díaz Ayala entre otros, bautizándolos el pastor Carmen Fierro.


La Iglesia Apostólica de San Ignacio, no solo crecía numéricamente, al igual que el resto de las iglesia del país, participaba como benefactora con sus miembros para llevar el evangelio a otros lugares de México y otros países. Había hombres y mujeres valientes que convencidos de su ministerio misionológico obedecieron al llamado de Dios, dejando todo para irse a predicar a tierra lejanas Palabra de Dios. Para ello se recababan fondos, se hacían compromisos voluntarios para ayudar a cubrir algunas necesidades de los misioneros y evangelistas apostólicos. En ese entonces se costumbre la visitación a las diferentes iglesias por parte de la comitiva para vender unos certificados que les llamaban benefactores, con anticipación se preparaba a la iglesia cual era el objetivo a tal visita y sus propósitos. Igual se organizaban espontáneamente en grupos para hacer actividades. La mayoría de los miembros respondía al llamado, convirtiéndose en un benefactor, con la plena convicción de esparcir las buenas nuevas a aquellos que aún no las han escuchado. Deseaban de todo corazón que el evangelio de Jesús fuera presentado de una manera real a las almas a las que no podían ir; sentían la carga que el Señor había puesto en ellos, era un ardiente deseo de ser partícipe. También se hacían actividades de ventas de antojitos para beneficio de los soldados de su Santo ejército. Se planeaba un culto en donde se entregaban los fondos y se cantaba en fraternidades. Quien dirigía los cantos en la fraternidad de dorcas era la hermana Alba de Fierro.


A medida que el evangelio avanzaba fue creciendo la misión, con ello cobrando más fuerza para ir a lugares en los que aún no se había predicado la Palabra, como la Curva, la Siete y Singapur. En la Siete se hacían cultos en la casa de la familia Duarte Soto. Se dice que esta familia era muy hospitalaria, por ejemplo cuando se terminaba el culto discretamente sacaban cena para todos. Los hermanos entrevistados dicen que la hermana Romanita Soto y familia ya los esperaba con frijolitos caldudos con un pedazo de queso de rancho por un lado del plato, otras veces les servían quelites del campo y sus correspondientes gordas de maíz.


En lo que el evangelio avanzaba algunas parejas celebraron sus nupcias en la Ramada, (Construcción elaborada de palos de madera) entre ellas la hija de la hermana Trinidad Salazar la jovencita Romelia Salazar y Miguel Corral. Como prioridad por resolver el pastor puso en prioridad la construcción de un templo, para ello Carmen Fierro redacta de su puño y letra una solicitud-petición de donación de un lote baldío que se encontraba contra esquina de la familia Borbón Palossi. Esta acción realizó con éxito como buen líder a frente de una grey. En ese entonces estaba de comisario el señor José Manuel Félix, autoridad máxima del pueblo, quien accedió sin ningún problema a tal petición dado el respeto que les guardaban a los aleluyas. Posteriormente en el próximo culto se le anuncia a la congregación que el lote baldío pasaba a ser propiedad legalmente a nombre de la Iglesia Apostólica de la Fe En Cristo Jesús. La alegría de la noticia que se vivió en esos momentos invadió los corazones que inmediatamente se dan a la tarea de organizar la forma para construir el que sería casa de Dios especialmente para realizar los cultos, oraciones, reuniones, etc. el entusiasmo lo lleva a establecer estrategias a seguir para lograr sus objetivos. Era tanta la emoción que experimentaban que todos los miembros desde señores y señoras, incluyendo niños ayudan a elaborar los adobes de tierra para edificar el templo. Describen los hermanos que se movía un espíritu de solidaridad que contagiaba hasta el que no era cristiano por ver cristalizado aquel proyecto de construcción. Como táctica de apoyo al plan de construcción, se hizo el compromiso voluntario entre los bautizados de donar un $1.00 (un peso) por cada año de bautizado que se tuviera, con ello sufragarían algunos gastos que se generarían en la obra del templo. Por otro lado las señoras se organizaban para hacer tamales, pan, menudo, etc., y de esta forma reforzar las ayudas para la construcción; a la misma vez, también se avanzaba con la construcción de los cuartos para casa pastoral, es decir al fondo del que sería el templo. Mientras tanto los cultos se hacían en casa de los mismos hermanos, optando por un rol para una mejor organización. Era tal el compromiso que se manifestaba en el testimonio de comunión entre la pequeña iglesia y para con los demás, de tal forma que provocaban en los inconversos admiración, ganándose el respeto del pueblo. Se vivía un ambiente de interés por el evangelismo, se daban actitudes de misericordia por las almas perdidas, teniendo disposición para salir a otros campos agrícolas y pequeñas comunidades cercanas al pueblo no importando las formas de trasladarse. Uno de los hogares donde se hacían cultos era en la casa del hermano Don Chuy Díaz y de la hermana Ventura Montoya de tardeada se invitaban a los vecinos a escuchar la palabra de Dios, donde se tenía la asistencia de muchas visitas que acudían a escuchar las predicaciones.


Cuando se terminó de construir el Templo (Casa de Dios) y la casa pastoral, se presentó el entonces Obispo Presidente hermano Felipe Rivas para inaugurarlo, igual el hermano Felipe asistía también a campañas o confraternidades organizadas por la grey de la Colonia (San Ignacio) cuando se le invitaba. En otras ocasiones invitaban a las campañas y confraternidades a predicadores como Gilberto Canales quien tenía el Don de sanidad, él pertenecía a la Comitiva Nacional; de igual forma se invitaba a las actividades el hermano Ignacio Mariscal (Nachito Mariscal).


Las paredes del templo estaba hechas con adobe de tierra, el techo era de tierra y madera con un recubrimiento por dentro de tal forma que no se goteaba. Entre los hermanos se equipó con bancas fabricadas por ellos mismos, había una mesita cubierta por un mantel muy bien bordado con un texto bíblico que confeccionó la esposa del pastor Alba de Fierro, quien con anticipación se dio a la tarea de crear con sus propias manos, la mesita se usaba para poner la biblia de quienes presidían y para depositar la ofrenda en los servicios. Al terminar la casa pastoral el hermano Carmen Fierro y familia dejan la casa de renta y se mudan a la casa pastoral para habitar en ella.


El hermano Francisco Escalante pastor ordenado en el estado Sinaloa se viene a integrar a la IAFCJ de la Colonia, pasando a formar parte de los liturgistas que ayudaban al pastor Carmen Fierro. El hermano Francisco Escalante Velázquez aquí en la Colonia contrae nupcias con Manuela Díaz Camacho (hija de la hermana Mode), fue la primera ceremonia nupcial que presidió el pastor de la Colonia, en el primer templo acabado de inaugurar. Una vez unidos en matrimonio se regresa a Sinaloa para continuar con su ministerio pastoral en aquel lugar.


Durante su pastorado Carmen Fierro se dio la tarea de organizar de una manera ordenada los quehaceres de la iglesia, a Hipólita Valenzuela Félix se le delegó la responsabilidad de ser tesorera y secretaria; consecutivamente permaneció siete años ininterrumpidos en su cargo, también tenía otros funciones que se le habían encargado en la obra de Dios. Los miembros se instituyeron por fraternidades (señores, señoras y jóvenes). La misión continúo su camino de crecimiento y desarrollo integral: numérico, doctrinal, testimonial y servicial que vinieron otros creyentes a hacer pública su fe, aceptando voluntariamente el bautismo en el nombre de Jesucristo.


Dentro de la organización de la liturgia que ayudaban al pastor además de Herminio Félix colaboraban Cande Bojórquez y el Señor Fernando Leyva entre otros. En estos años Candelario Bojórquez, Isabel Ayala y Fernando Leyva sabían conjugar muy bien sus instrumentos musicales para dar realce a las alabanzas e himnos. En ocasiones se agrupaban coordinadamente en la adoración, convencidos de que quien canta al Cordero de Dios de una manera profunda y con respeto, hará brotar los elementos estimulantes que volverán al creyente cantador y conmoverán su espíritu, alma y cuerpo.


Cabe hacer mención que en esa época no había muchas viviendas y por lo tanto pocos habitantes, por lo que era muy notorias las actividades que hicieran los aleluyas, nombre que se le daba al que no era católico. De igual manera eran muy notorias y muy famosas las fiestas tradicionales que celebraban el grupo étnico Yaqui de la Colonia Militar, junto a San Ignacio. Era una Colonia que formaba parte de San Ignacio Río Muerto. Es un lugar poblado por la tribu Yaqui, indígenas que defendían con celo sus costumbres y tradiciones, por lo que se dificultaba la presentación del evangelio; a pesar de estos obstáculos algunos hermanos se dieron a la tarea de tomarse de recursos espirituales con fe y valor e ir a Colonia Militar a presentar el Plan de Salvación a los yaquis, obteniendo como primera consecuencias el rechazo y desprecio del evangelio. Como resultado sucedió un hecho muy notorio y hablado por primera vez entre los nativos Yaquis; sucedió que un joven Yaqui, de nombre Emilio Martínez Molina acepta el evangelio y rompe con un paradigma de la tradición Yaqui. El hecho de pertenecer a una cultura le implicaba varias prohibiciones. El joven Emilio Martínez pertenecía a una tradición fariseo o chapayeca. En su juventud fue Capitán de los chapayecas. Un chapayeca es un hombre yaqui por herencia que voluntariamente acepta el compromiso de participar en las actividades durante la Semana Mayor (semana santa). Durante el desarrollo de esta celebración Yaqui, los diferentes personajes que participan están obligados a cumplir determinadas funciones, de lo contrario se hacen acreedores a castigos según la Ley de la etnia Yaqui. Emilio Martínez decide renunciar a toda una tradición con sus prácticas y costumbres para dedicarse a servir a Dios. Durante cuatro años cambió su tradición por actividades cristianas para dedicarse ahora a una cultura en el conocimiento de la Palabra de Dios a través de la Biblia. Narran sus hijos que constantemente se le buscaba para castigarlo conforme marca la Ley y tradición Yaqui. En varias ocasiones se le buscó en su domicilio para ser chicoteado según la costumbre por haber desobedecido y renunciado a una tradición indígena. Gracias a Dios nunca se llevó a cabo esta sanción. Después de estar escuchando el evangelio durante cuatro años Emilio decide bautizarse, noticia que corrió como pólvora por los oídos yaquis. Llegado el momento la mayoría de las personas se trasladaron a orillas del canal que se encuentra a un costado de la colonia Militar a ser testigo de este hecho asombroso.


Emilio Martínez fue bautizado por el pastor Carmen Fierro el día 23 de febrero del 1962. Su convicción del evangelio lo llevó a convertirse en un fiel colaborador como diácono, trabajando para Dios, con la plena seguridad de que la misericordia de Jesucristo es infinita y un día avanzará el Reino de Dios a su tribu a través de la propagación y la preservación de la santidad cristiana como se enseña en la Sagradas Escrituras; impactando en un futuro al Plan de Salvación a Colonia Militar (territorio Yaqui)


La perseverancia y firmeza de los hermanos por evangelizar, los llevó a recorrer caminos terregosos en carretas o en bestias a un campo llamado la siete (a 7-8 Km. de distancia) de la Colonia. Emilio Martínez y otros hermanos solían hacer equipo con el pastor Carmen Fierro, repetidamente salían a evangelizar al campo de la 7 a la familia Duarte Soto. De ese lugar se ganaron para Cristo al matrimonio de Eduardo Duarte y Romanita Soto. Romanita Soto y Magdalena Díaz Camacho hija de la hermana Modesta Camacho fueron bautizadas juntas el 24 de junio de 1964. En ese mismo tiempo pero en otro lugar acepta la doctrina que predicaba la iglesia apostólica la señora Josefina Félix y su esposo José María, el hermano Toñito, Francisco Zamora (papá del pecas) y José Salazar. En otro lugar se visitaba a la familia Delgado Solano la cual consentía ser evangelizados en su hogar, ubicado en el campo llamado el Banco (calle 17) propiedad de Ramón Rivera. El Desagüe era otro lugar de la ruta evangelizadora. El lugar más alejado para trasladarse a esparcir el evangelio era el campo 138.


En los primeros cultos que se realizaban en el templo ya construido, si se les hacía tarde y llegaba la obscuridad se aluzaban con lámparas de petróleo, al transcurrir el tiempo con lámparas de gasolina; las actividades se tenían que hacer de preferencia con luz del día. Las actividades que se realizaban durante el año eran similares a anteriores periodos, en algunas ocasiones variaciones en festividades o actividades como por ejemplo las campañas. Se conservaban los domingos para realizar mayores actividades, era de todo el día la actividad, se iniciaba con una consagración, seguida de oración, luego escuela bíblica; allí mismo se preparaba comida para todos los asistentes aprovechando un tiempo de refrigerio y convivencia fraternal. Entre todos se hacia la limpieza general del templo, después seguían el tiempo para los ensayos y terminar con toda una fiesta en el culto. Los miércoles y viernes se hacían cultos y oraciones. El resto de los días de la semana salían a predicar el evangelio a otros lugares ya mencionados anteriormente fuera de la Colonia o comunidad. Carmen Fierro y hermanos en general tuvieron la bendición y la satisfacción de iniciar y terminar el templo de adobe. Ambos compartieron algunos años la dicha de hacer equipo en arduo trabajo del servicio de la Obra de Dios. Para equipar el templo de bancas de madera se aprovechó la oportunidad que les ofreció el cine de esta comunidad a un precio rebajado, este bien mueble fue de mucha bendición y comodidad, mejorando el ambiente y los servicios de culto. Otro de los lugares que se acostumbraba salir a evangelizar era Singapur, los medios de transporte que usan para trasladarse aquel lugar era en bicicletas, en bestia y en algunas ocasiones en carretas. Narran algunos hermanos que era el único lugar que les hacían daño; cuentan que cuando estaba más ameno el mensaje y la atención de la gente puesta en el predicador, algunos incomodos aprovechaban para amarrar las ruedas de la carreta con alambre en señal de rechazo. En 1965 ya se contaba con 7 varones que auxiliaban y se coordinaban en los cultos de barrio. No todos estaban iniciados al ministerio, algunos participaban solo por servir en el desarrollo de la liturgia; entre ellos se nombran a Gerardo Barraza, Fernando Leyva, Jesús Díaz Yucupicio, Emilio Martínez, Miguel Corral y Herminio Quintero. El hermano Francisco Escalante Velázquez además de miembro era ministro local que disponía su ministerio al servicio de la Obra de Dios en esta iglesia.


Durante los meses de septiembre y febrero el pastor Carmen Fierro acostumbraba a subir la bandera mexicana en la parte más alta del templo. Como símbolo de patriotismo la bandera era dignamente muy bien lucida; acción que admiraban los paseantes. Se testifica que la enseñanza con ese gesto para el pueblo era reconocer el valor y valentía, valentía de quienes lucharon por los derechos humanos que se han ganado. Públicamente con este acto daba Honra y Gloria al Dios de justicia, al Dios que nos ha colocado en una tierra muy bendita. Verbalmente el hermano Carmen Fierro expresaba que los derechos que tenemos como ciudadanos mexicanos en cuanto a libertad de expresión de credo, es una lucha que se había ganado para todos los mexicanos. Elevando la bandera manifestaba victoria y agradecimiento al Rey de Reyes y Señor de Señores.


Al fondo del templo se construyó un tejaban a la casa pastoral, servía de cocina y de sombra para preparar pan, tamales, menudo, etc., el fin era sostener la Obra de Dios. Aún los primero pilares del evangelio narran que la esposa del pastor Alba Cázares de Fierro, siempre se caracterizó por ser una mujer muy emprendedora de actividades en bien no solo de la Obra de Dios; sino también en hermanos necesitados. Promovió algunas actividades extras para beneficio de la iglesia. Luchó como toda una guerrera para mantener la unidad fraternal y asi continuar sosteniendo la Obra. Su casa y sus pertenencias incondicionalmente estaban al servicio de lo que se necesitara. Se distinguió por ayudar en la instrucción de redacción de actas, planeación y organización de actividades a quienes fuesen líderes.


En 1965 recibe una noticia el pastor, en ese entonces las iglesias pertenecían a Hermosillo, la Comitiva (Autoridad de la iglesia) le comunica verbalmente que sería cambiado de iglesia; en su lugar enviarían a la Colonia (San Ignacio) al pastor Ambrosio Jocobi. AMBROSIO JOCOBI Y SANTOS DE JOCOBI llegan a la misión de la IAFCJ de SIRM en 1996. Estuvieron a cargo de la misión escasos 6 meses. Junto a su esposa Santos Jocobi, llegaron procedentes de Empalme Sonora, aunque su periodo fue corto ocuparon el lugar número dos en pastorear a la IAFCJ en la historia. Durante su pastoreo en esta colonia, motivó a los creyentes a orar para buscar la revelación de Dios sobre sus vidas. El culto era de corte pentecostal entre los cristianos evangélicos, era un modo de mantenerse fortalecidos en el movimiento de la fe apostólica. El ambiente era de Todavía no terminaba el año 1958 cuando les envían al pastor Carmen Fierro y a su esposa Alba Cázares de Fierro, nativos de Cd. Obregón, Sonora. A causa del crecimiento que se estaba produciendo hubo la necesidad de que se les enviara un pastor. JOSE CARMEN FIERRO en el primer pastor que en 1958 envían a la misión de San Ignacio Río Muerto. Con su esposa hermana Alba de Fierro hacen un excelente trabajo pastoral hasta 1965, durante siete años caminaron con la iglesia comprometida con el Señor al servicio del pueblo. Habían quedado frutos que cosechar de los que fueran los primeros pilares del evangelio apostólico. . Al llegar a la Colonia (hoy San Ignacio Río Muerto) para hacerse cargo de la misión, el pastor José Carmen Fierro Márquez, le es necesario buscar una casa para radicar en este lugar; así tener más tiempo para atender el desarrollo de la iglesia de una manera más cercana y efectiva. Se encuentra con el gran reto, ¡no había casa pastoral, mucho menos templo! en donde realizar apropiadamente las diferentes actividades que se hacían durante la semana. A la llegada del pastor Carmen Fierro, se detonó entre los hermanos un ambiente de más compromiso hacia Dios y por ende con el siervo de Dios recién llegado.


El pastor renta una casa por el callejo Ures propiedad de Darío, Inés y Magdaleno López Lupercio, por la cantidad de $60.00 pesos. A la entrada del callejón Ures vivían un matrimonio cristiano Juana Palossi y Bruno Borbón, quienes tenían dentro de su propiedad en el patio una ramada de tres paredes, misma que fue ofrecida para que se realizaran allí las actividades de la semana debido a la cercanía de la familia pastoral. Una parte de los cuartos de la casa de los Borbón Palossi vivía la hermana Ventura Montoya de Rojas con su nieto Candelario Bojórquez. Entre todos los concurrentes equiparon con sillas y bancas traídas de sus propias casas que servían de mobiliario para hacer de los momentos de devoción más confortables.


El joven Emilio Félix Félix, era diaconado y brindaba sus servicios y ponía su ministerio al servicio de la Obra junto con su pastor Carmen Fierro. Emilio Félix ayudaba en esta época como presidente de los jóvenes.


El matrimonio de Fernando Leyva y Gertrudis de Leyva (hermana Tula) se bautizan ambos en un culto en la primera IAFCJ de Cd. presidiendo el hermano Eduviges Cazares (hermano Vicky).


Cuando se hacían festividades generales los hermanos rentaban un troque, la caja de éste era arreglado con bancas para adaptarlas como asientos improvisados para usarse y así ser trasladados cómodamente al lugar donde fuere la celebración; incluso iban a actividades o fiestas a Guaymas y Empalme. Lo dueños de los troques que se rentaban eran de Nayo Valenzuela, otros eran de Mercedes y Tacho Baca, ninguno negaba sus servicios el día que fuere, debido a que los aleluyas (así les llamaban) se caracterizaban por ser un grupo respetuoso, prudentes, tranquilo y sin problemas. En uno de las salidas le llegaron de sorpresa a Nayo Valenzuela para que los llevara a un viaje de la iglesia, en ese instante se encontraba sucio de sus ropas por que se encontraba recién llegado de su labor de trabajo, textualmente sus palabras fueron _ ¡claro que si los llevo y así me voy, alcabo que los hermanos no son criticones! Con esa expresión demostraba respeto hacia los creyentes del evangelio.


En la ramada que servía de templo sigue su curso la misión. Allí se celebraron navidades y años nuevos, eso si dentro de un marco de humidad pero con mucho sentido espiritual. Mientras hervían las tinas de comida en las hornías, adentro de la ramada la liturgia continuaba su curso presentando agradecimientos y honor al Rey de la Gloria, obras de teatro, cantos alusivos al festejo, poemas, etc., después al término del culto acompañados del calor de una fogata, gustaban de cenar juntos en un ambiente regocijante y de hermandad.


En el pastorado del hermano Carmen Fierro se bautizó a Alicia y Flora Leyva de 18 y 15 años de edad respectivamente, los bautismos se celebraron en el canal rumbo al panteón de la colonia. Por otro lado oriundos de Bachomobampo vienen a sumarse a grupo de discipulos la familia de Jesús Díaz Yucupicio con él sus hijas y su señora esposa Isabel de Díaz. Don Chuy Díaz ya venía bautizado de Bachomobampo, Sonora. Fue sumergido en las aguas del bautismo en 1947 junto con sus hijas Blanca Estela y Herminia Díaz Ayala. Doña Isabel Díaz o Chavelita aún persistía rebelde a la doctrina. Doña Chavelita expresaba tal rechazo hacia los hermanos, constantemente eran discusiones entre pareja por causa del evangelio; algunas veces amenazó con vaciar agua caliente y echarlos de su casa si continuaban visitándolos para predicarles el evangelio. La insistente fe y el estilo de vida de los hermanos de nuevo provocaron la misericordia de Dios para cautivar y transformar más tarde ese duro corazón de doña Chavelita. Don Chuy Díaz, como se le conocía había sido subteniente en la guerra en la lucha por la Independencia de México, venían procedentes de la comunidad de Bachomobampo, su integración al grupo de hermanos en la Colonia (San Ignacio) causó mucho asombro entre los vecinos, por su condición de excombatiente de guerra, ya jubilado por el gobierno federal. Algunas de sus hijas ya venían bautizadas, a otras bautizó el pastor Carmen Fierro, entre ellas María de La luz Díaz Ayala.


La primera pareja de novios que contrajo nupcias en la ramada que hacía las veces de templo fue la hija de Don Chuy Díaz, la jovencita Herminia Díaz Ayala y Damasio Barraza, aunque el pastor era Carmen Fierro vino a presidir la ceremonia Nupcial el hermano Ambrosio Jocobi.


Del mismo modo el pastor Carmen Fierro enlazó a la joven pareja Flora Leyva e Isabel Barraza presentando y declarando bendición en el compromiso de la pareja ante Dios.


En una ocasión, las iglesias del Valle organizaron una confraternidad en la primera Iglesia de Cd. Obregón en la que los acompañaba el pastor Francisco Lapízco. En esta actividad se bautiza después de tres meses de evangelizado el joven Candelario Bojórquez, también la madre de Candelario Bojórquez la señora Refugio Armenta Molina (hna. Cuquita) y la esposa de Don Chuy Díaz la señora Isabel Ayala (Chavelita). Como ya se empezaba a dar un ambiente de más movimiento y se había aumentado el número de miembros, se vinieron algunos hermanos que pertenecían al Campo 60, a formar parte de la membresía de San Ignacio, entre ellos Trinidad Rentaría. Aproximadamente en estas mismas fechas una joven mujer, viuda, de nombre Modesta Camacho Beltrán (hermana Mode), vivía en Bahía de Lobos. Ella era la única cristiana en aquel lugar, era una madre de familia con varios hijos que mantener; por la distancia y la falta de transporte le era imposible asistir con regularidad a los cultos a la Colonia (San Ignacio), era la iglesia más cercana para ellos, lo anterior no le impidió asistir aunque fuera a lo largo venir sentir el calor de la llama espiritual que la alimentara y le diera las suficientes fuerzas para regresar a veces en meses. Durante varios años ella y sus hijos estuvieron haciendo el sacrificio de caminar hasta 15 kilómetros a pie con sus hijos, más 3 kilómetros en una carreta prestada por misericordia de Dios para trasladarse de Bahía de Lobos a la Colonia (San Ignacio) con el propósito de recibir un poco de alimento espiritual que la mantuviera fiel en el evangelio. No era fácil que una madre rodeada de sus pequeños y de adolescentes jovencitas, caminaran y caminaran a pie durante todo un día, entre fríos, entre lluvias, entre el lodo y entre peligros del monte, haciendo frente al esfuerzo por continuar en la fe y dejar una herencia espiritual que a la fecha ha trascendido trayendo frutos y más frutos.


Durante los 7 años que duró el pastorado del hermano Carmen Fierro se sumaron al evangelio de Jesucristo los hermanos Trinidad Salazar, Carmen Salazar, Rosario Palafox, Antonia Díaz Ayala entre otros, bautizándolos el pastor Carmen Fierro.


La Iglesia Apostólica de San Ignacio, no solo crecía numéricamente, al igual que el resto de las iglesia del país, participaba como benefactora con sus miembros para llevar el evangelio a otros lugares de México y otros países. Había hombres y mujeres valientes que convencidos de su ministerio misionológico obedecieron al llamado de Dios, dejando todo para irse a predicar a tierra lejanas Palabra de Dios. Para ello se recababan fondos, se hacían compromisos voluntarios para ayudar a cubrir algunas necesidades de los misioneros y evangelistas apostólicos. En ese entonces se costumbre la visitación a las diferentes iglesias por parte de la comitiva para vender unos certificados que les llamaban benefactores, con anticipación se preparaba a la iglesia cual era el objetivo a tal visita y sus propósitos. Igual se organizaban espontáneamente en grupos para hacer actividades. La mayoría de los miembros respondía al llamado, convirtiéndose en un benefactor, con la plena convicción de esparcir las buenas nuevas a aquellos que aún no las han escuchado. Deseaban de todo corazón que el evangelio de Jesús fuera presentado de una manera real a las almas a las que no podían ir; sentían la carga que el Señor había puesto en ellos, era un ardiente deseo de ser partícipe. También se hacían actividades de ventas de antojitos para beneficio de los soldados de su Santo ejército. Se planeaba un culto en donde se entregaban los fondos y se cantaba en fraternidades. Quien dirigía los cantos en la fraternidad de dorcas era la hermana Alba de Fierro.


A medida que el evangelio avanzaba fue creciendo la misión, con ello cobrando más fuerza para ir a lugares en los que aún no se había predicado la Palabra, como la Curva, la Siete y Singapur. En la Siete se hacían cultos en la casa de la familia Duarte Soto. Se dice que esta familia era muy hospitalaria, por ejemplo cuando se terminaba el culto discretamente sacaban cena para todos. Los hermanos entrevistados dicen que la hermana Romanita Soto y familia ya los esperaba con frijolitos caldudos con un pedazo de queso de rancho por un lado del plato, otras veces les servían quelites del campo y sus correspondientes gordas de maíz. En lo que el evangelio avanzaba algunas parejas celebraron sus nupcias en la Ramada, (Construcción elaborada de palos de madera) entre ellas la hija de la hermana Trinidad Salazar la jovencita Romelia Salazar y Miguel Corral.


Como prioridad por resolver el pastor puso en prioridad la construcción de un templo, para ello Carmen Fierro redacta de su puño y letra una solicitud-petición de donación de un lote baldío que se encontraba contra esquina de la familia Borbón Palossi. Esta acción realizó con éxito como buen líder a frente de una grey. En ese entonces estaba de comisario el señor José Manuel Félix, autoridad máxima del pueblo, quien accedió sin ningún problema a tal petición dado el respeto que les guardaban a los aleluyas. Posteriormente en el próximo culto se le anuncia a la congregación que el lote baldío pasaba a ser propiedad legalmente a nombre de la Iglesia Apostólica de la Fe En Cristo Jesús. La alegría de la noticia que se vivió en esos momentos invadió los corazones que inmediatamente se dan a la tarea de organizar la forma para construir el que sería casa de Dios especialmente para realizar los cultos, oraciones, reuniones, etc. el entusiasmo lo lleva a establecer estrategias a seguir para lograr sus objetivos. Era tanta la emoción que experimentaban que todos los miembros desde señores y dorcas, incluyendo niños ayudan a elaborar los adobes de tierra para edificar el templo. Describen los hermanos que se movía un espíritu de solidaridad que contagiaba hasta el que no era cristiano por ver cristalizado aquel proyecto de construcción. Como táctica de apoyo al plan de construcción, se hizo el compromiso voluntario entre los bautizados de donar un $1.00 (un peso) por cada año de bautizado que se tuviera, con ello sufragarían algunos gastos que se generarían en la obra del templo. Por otro lado las señoras se organizaban para hacer tamales, pan, menudo, etc., y de esta forma reforzar las ayudas para la construcción; a la misma vez, también se avanzaba con la construcción de los cuartos para casa pastoral, es decir al fondo del que sería el templo. Mientras tanto los cultos se hacían en casa de los mismos hermanos, optando por un rol para una mejor organización. Era tal el compromiso que se manifestaba en el testimonio de comunión entre la pequeña iglesia y para con los demás, de tal forma que provocaban en los inconversos admiración, ganándose el respeto del pueblo. Se vivía un ambiente de interés por el evangelismo, se daban actitudes de misericordia por las almas perdidas, teniendo disposición para salir a otros campos agrícolas y pequeñas comunidades cercanas al pueblo no importando las formas de trasladarse. Uno de los hogares donde se hacían cultos era en la casa del hermano Don Chuy Díaz y de la hermana Ventura Montoya de tardeada se invitaban a los vecinos a escuchar la palabra de Dios, donde se tenía la asistencia de muchas visitas que acudían a escuchar las predicaciones.


Cuando se terminó de construir el Templo (Casa de Dios) y la casa pastoral, se presentó el entonces Obispo Presidente hermano Felipe Rivas para inaugurarlo, igual el hermano Felipe asistía también a campañas o confraternidades organizadas por la grey de la Colonia (San Ignacio) cuando se le invitaba. En otras ocasiones invitaban a las campañas y confraternidades a predicadores como Gilberto Canales quien tenía el don de sanidad, él pertenecía a la Comitiva Nacional; de igual forma se invitaba a las actividades el hermano Ignacio Mariscal (Nachito Mariscal).


Las paredes del templo estaba hechas con adobe de tierra, el techo era de tierra y madera con un recubrimiento por dentro de tal forma que no se goteaba. Entre los hermanos se equipó con bancas fabricadas por ellos mismos, había una mesita cubierta por un mantel muy bien bordado con un texto bíblico que confeccionó la esposa del pastor Alba de Fierro, quien con anticipación se dio a la tarea de crear con sus propias manos, la mesita se usaba para poner la biblia de quienes presidían y para depositar la ofrenda en los servicios. Al terminar la casa pastoral el hermano Carmen Fierro y familia dejan la casa de renta y se mudan a la casa pastoral para habitar en ella.


El hermano Francisco Escalante pastor ordenado en el estado Sinaloa se viene a integrar a la IAFCJ de la Colonia, pasando a formar parte de los liturgistas que ayudaban al pastor Carmen Fierro. El hermano Francisco Escalante Velázquez aquí en la Colonia contrae nupcias con Manuela Díaz Camacho (hija de la hermana Mode), fue la primera ceremonia nupcial que presidió el pastor de la Colonia, en el primer templo acabado de inaugurar. Una vez unidos en matrimonio se regresa a Sinaloa para continuar con su ministerio pastoral en aquel lugar.


Durante su pastorado Carmen Fierro se dio la tarea de organizar de una manera ordenada los quehaceres de la iglesia, a Hipólita Valenzuela Félix se le delegó la responsabilidad de ser tesorera y secretaria; consecutivamente permaneció siete años ininterrumpidos en su cargo, también tenía otros funciones que se le habían encargado en la obra de Dios. Los miembros se instituyeron por fraternidades (señores, señoras y jóvenes). La misión continúo su camino de crecimiento y desarrollo integral: numérico, doctrinal, testimonial y servicial que vinieron otros creyentes a hacer pública su fe, aceptando voluntariamente el bautismo en el nombre de Jesucristo.


Dentro de la organización de la liturgia que ayudaban al pastor además de Herminio Félix colaboraban Cande Bojórquez y el Señor Fernando Leyva entre otros. En estos años Candelario Bojórquez, Isabel Ayala y Fernando Leyva sabían conjugar muy bien sus instrumentos musicales para dar realce a las alabanzas e himnos. En ocasiones se agrupaban coordinadamente en la adoración, convencidos de que quien canta al Cordero de Dios de una manera profunda y con respeto, hará brotar los elementos estimulantes que volverán al creyente cantador y conmoverán su espíritu, alma y cuerpo.


Cabe hacer mención que en esa época no había muchas viviendas y por lo tanto pocos habitantes, por lo que era muy notorias las actividades que hicieran los aleluyas, nombre que se le daba al que no era católico. De igual manera eran muy notorias y muy famosas las fiestas tradicionales que celebraban el grupo étnico Yaqui de la Colonia Militar, junto a San Ignacio. Era una Colonia que formaba parte de San Ignacio Río Muerto. Es un lugar poblado por la tribu Yaqui, indígenas que defendían con celo sus costumbres y tradiciones, por lo que se dificultaba la presentación del evangelio; a pesar de estos obstáculos algunos hermanos se dieron a la tarea de tomarse de recursos espirituales con fe y valor e ir a Colonia Militar a presentar el Plan de Salvación a los yaquis, obteniendo como primera consecuencias el rechazo y desprecio del evangelio. Como resultado sucedió un hecho muy notorio y hablado por primera vez entre los nativos Yaquis; sucedió que un joven Yaqui, de nombre Emilio Martínez Molina acepta el evangelio y rompe con un paradigma de la tradición Yaqui. El hecho de pertenecer a una cultura le implicaba varias prohibiciones. El joven Emilio Martínez pertenecía a una tradición fariseo o chapayeca. En su juventud fue Capitán de los chapayecas. Un chapayeca es un hombre yaqui por herencia que voluntariamente acepta el compromiso de participar en las actividades durante la Semana Mayor (semana santa). Durante el desarrollo de esta celebración Yaqui, los diferentes personajes que participan están obligados a cumplir determinadas funciones, de lo contrario se hacen acreedores a castigos según la Ley de la etnia Yaqui. Emilio Martínez decide renunciar a toda una tradición con sus prácticas y costumbres para dedicarse a servir a Dios. Durante cuatro años cambió su tradición por actividades cristianas para dedicarse ahora a una cultura en el conocimiento de la Palabra de Dios a través de la Biblia. Narran sus hijos que constantemente se le buscaba para castigarlo conforme marca la Ley y tradición Yaqui. En varias ocasiones se le buscó en su domicilio para ser chicoteado según la costumbre por haber desobedecido y renunciado a una tradición indígena. Gracias a Dios nunca se llevó a cabo esta sanción. Después de estar escuchando el evangelio durante cuatro años Emilio decide bautizarse, noticia que corrió como pólvora por los oídos yaquis. Llegado el momento la mayoría de las personas se trasladaron a orillas del canal que se encuentra a un costado de la colonia Militar a ser testigo de este hecho asombroso.


Emilio Martínez fue bautizado por el pastor Carmen Fierro el día 23 de febrero del 1962. Su convicción del evangelio lo llevó a convertirse en un fiel colaborador como diácono, trabajando para Dios, con la plena seguridad de que la misericordia de Jesucristo es infinita y un día avanzará el Reino de Dios a su tribu a través de la propagación y la preservación de la santidad cristiana como se enseña en la Sagradas Escrituras; impactando en un futuro al Plan de Salvación a Colonia Militar (territorio Yaqui)


La perseverancia y firmeza de los hermanos por evangelizar, los llevó a recorrer caminos terregosos en carretas o en bestias a un campo llamado la siete (a 7-8 Km. de distancia) de la Colonia. Emilio Martínez y otros hermanos solían hacer equipo con el pastor Carmen Fierro, repetidamente salían a evangelizar al campo de la 7 a la familia Duarte Soto. De ese lugar se ganaron para Cristo al matrimonio de Eduardo Duarte y Romanita Soto. Romanita Soto y Magdalena Díaz Camacho hija de la hermana Modesta Camacho fueron bautizadas juntas el 24 de junio de 1964. En ese mismo tiempo pero en otro lugar acepta la doctrina que predicaba la iglesia apostólica la señora Josefina Félix y su esposo José María, el hermano Toñito, Francisco Zamora (papá del pecas) y José Salazar. En otro lugar se visitaba a la familia Delgado Solano la cual consentía ser evangelizados en su hogar, ubicado en el campo llamado el Banco (calle 17) propiedad de Ramón Rivera. El Desagüe era otro lugar de la ruta evangelizadora. El lugar más alejado para trasladarse a esparcir el evangelio era el campo 138.


En los primeros cultos que se realizaban en el templo ya construido, si se les hacía tarde y llegaba la obscuridad se aluzaban con lámparas de petróleo, al transcurrir el tiempo con lámparas de gasolina; las actividades se tenían que hacer de preferencia con luz del día. Las actividades que se realizaban durante el año eran similares a anteriores periodos, en algunas ocasiones variaciones en festividades o actividades como por ejemplo las campañas. Se conservaban los domingos para realizar mayores actividades, era de todo el día la actividad, se iniciaba con una consagración, seguida de oración, luego escuela bíblica; allí mismo se preparaba comida para todos los asistentes aprovechando un tiempo de refrigerio y convivencia fraternal. Entre todos se hacia la limpieza general del templo, después seguían el tiempo para los ensayos y terminar con toda una fiesta en el culto. Los miércoles y viernes se hacían cultos y oraciones. El resto de los días de la semana salían a predicar el evangelio a otros lugares ya mencionados anteriormente fuera de la Colonia o comunidad. Carmen Fierro y hermanos en general tuvieron la bendición y la satisfacción de iniciar y terminar el templo de adobe. Ambos compartieron algunos años la dicha de hacer equipo en arduo trabajo del servicio de la Obra de Dios. Para equipar el templo de bancas de madera se aprovechó la oportunidad que les ofreció el cine de esta comunidad a un precio rebajado, este bien mueble fue de mucha bendición y comodidad, mejorando el ambiente y los servicios de culto. Otro de los lugares que se acostumbraba salir a evangelizar era Singapur, los medios de transporte que usan para trasladarse aquel lugar era en bicicletas, en bestia y en algunas ocasiones en carretas. Narran algunos hermanos que era el único lugar que les hacían daño; cuentan que cuando estaba más ameno el mensaje y la atención de la gente puesta en el predicador, algunos incomodos aprovechaban para amarrar las ruedas de la carreta con alambre en señal de rechazo. En 1965 ya se contaba con 7 varones que auxiliaban y se coordinaban en los cultos de barrio. No todos estaban iniciados al ministerio, algunos participaban solo por servir en el desarrollo de la liturgia; entre ellos se nombran a Gerardo Barraza, Fernando Leyva, Jesús Díaz Yucupicio, Emilio Martínez, Miguel Corral y Herminio Quintero. El hermano Francisco Escalante Velázquez además de miembro era ministro local que disponía su ministerio al servicio de la Obra de Dios en esta iglesia.


Durante los meses de septiembre y febrero el pastor Carmen Fierro acostumbraba a subir la bandera mexicana en la parte más alta del templo. Como símbolo de patriotismo la bandera era dignamente muy bien lucida; acción que admiraban los paseantes. Se testifica que la enseñanza con ese gesto para el pueblo era reconocer el valor y valentía, valentía de quienes lucharon por los derechos humanos que se han ganado. Públicamente con este acto daba Honra y Gloria al Dios de justicia, al Dios que nos ha colocado en una tierra muy bendita. Verbalmente el hermano Carmen Fierro expresaba que los derechos que tenemos como ciudadanos mexicanos en cuanto a libertad de expresión de credo, es una lucha que se había ganado para todos los mexicanos. Elevando la bandera manifestaba victoria y agradecimiento al Rey de Reyes y Señor de Señores.


Al fondo del templo se construyó un tejaban a la casa pastoral, servía de cocina y de sombra para preparar pan, tamales, menudo, etc., el fin era sostener la Obra de Dios. Aún los primero pilares del evangelio narran que la esposa del pastor Alba Cázares de Fierro, siempre se caracterizó por ser una mujer muy emprendedora de actividades en bien no solo de la Obra de Dios; sino también en hermanos necesitados. Promovió algunas actividades extras para beneficio de la iglesia. Luchó como toda una guerrera para mantener la unidad fraternal y asi continuar sosteniendo la Obra. Su casa y sus pertenencias incondicionalmente estaban al servicio de lo que se necesitara. Se distinguió por ayudar en la instrucción de redacción de actas, planeación y organización de actividades a quienes fuesen líderes.


En 1965 recibe una noticia el pastor, en ese entonces las iglesias pertenecían a Hermosillo, la Comitiva (Autoridad de la iglesia) le comunica verbalmente que sería cambiado de iglesia; en su lugar enviarían a la Colonia (San Ignacio) al pastor Ambrosio Jocobi. AMBROSIO JOCOBI Y SANTOS DE JOCOBI llegan a la misión de la IAFCJ de SIRM en 1996. Estuvieron a cargo de la misión escasos 6 meses. Junto a su esposa Santos Jocobi, llegaron procedentes de Empalme Sonora, aunque su periodo fue corto ocuparon el lugar número dos en pastorear a la IAFCJ en la historia. Durante su pastoreo en esta colonia, motivó a los creyentes a orar para buscar la revelación de Dios sobre sus vidas. El culto era de corte pentecostal entre los cristianos evangélicos, era un modo de buena confraternidad entre sí. Como grupo unido manifestaron apegarse a la palabra de Dios mostrando estar edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Por lo tanto como hermanos en la fe profesaban los mandamientos establecidos por el Espíritu Santo en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En testimonio recogido por los vecinos de esa época, manifiestan reconocer que el grupo al que pastoreaba profesaba la piedad, por consiguiente la doctrina, la fe, la esperanza y toda instrucción la basaban en armonía con las Sagradas Escrituras. En este año, era común entre los vecinos que no profesaban el cristianismo creer que quienes se atrevían a leer la biblia se volverían locos, o bien; tenías que tener forzosamente asesoría de alguien que estuviese preparado para ello, cuento que gradualmente fue esfumándose al ver la gente a los hermanos portar sus biblias y leerlas.


En cuanto a lo material, tuvo cuidado de conservar junto con sus miembros en la dinámica de continuo trabajo en la Obra de Dios, de esa forma ayudaban para conservarse en la fe, en un ambiente de unidad por amor a los perdidos. Los trabajos que realizaban los hermanos eran los mismos que se hacían con el anterior pastor Carmen Fierro, se seguían conservando las mismas fechas para las diferentes acciones, como por ejemplo evangelismo, construcción, etc. En esta pastoral no se realizó ninguna obra en lo material debido al corto tiempo que tuvo la responsabilidad a su cargo el hermano Ambrosio Jocobi. Después de la partida del hermano Ambrosio Jocobi dejan mientras a los que ayudaban en la liturgia como encargados de la iglesia. Así se mantuvieron meses hasta que llegó el hermano José Magdaleno. JOSE MAGDALENO GOMEZ llega en el año 1967, estuvo como encargado de la misión en esta Colonia, la responsabilidad de dirigir los trabajos de la misión fueron también pocos meses. Fue el pastor que ocupó el lugar número tres de la misión AFCJ de la Colonia (SIRM).


Tuvo a su cargo la misión sólo un par de meses y aunque fue muy corto su caminar por este lugar se preocupó por instruir a los miembros la gran responsabilidad de cumplir la orden de Jesucristo como hijos de él. Se dio tiempo para instruir el deber ser cristiano y cumplir como líder de conducir a la iglesia para llevar el Evangelio Eterno a toda persona. El grupo de hermanos a su cargo se mantenía en la misma dinámica de los primeros pilares del Evangelio, lo que le favoreció para fusionarse en el compromiso de llevar con desespero a todas las personas que se pudieran en el pueblo y fuera del el a conocer a Jesucristo. Pronto se dio cuenta que la característica principal de la grey era la preocupación de que las almas obtuvieran vida eterna, hacer discípulos, que se bauticen, obedezcan a Palabra y vivan en santidad para su Reino, esperando la herencia eterna para la Obra de Dios con el hermano José Magdaleno, dan testimonio que el Poder del Espíritu Santo y la oración de sus hijos y siervos, los mantuvo fieles, escudriñando y nutriéndose de la Palabra y dando testimonio de ser realmente discípulos; con el firme propósito de cumplir la voluntad de Dios como miembros de fe.


Mientras les enviaban un pastor oficialmente, se mantuvieron en oración, en ayunos y en la búsqueda del Poder del Espíritu Santo, en santidad, creciendo y testificando. El poco período solamente le dio tiempo para proseguir con las actividades espirituales ya conocidas por ellos, como eran los cultos en el templo, EBD los domingos, cultos de barrio, evangelismo personal con biblia en la mano, confraternizando, apoyando a ser benefactores, etc. Algunos hermanos que les tocó convivir con el hermano José Magdaleno opinan que los hizo sentir que se consideraran hermanos como comunidad Cristiana, que forma adoradores de Dios, para llevarlos a predicar el Evangelio y hacer discípulos de Jesucristo, siendo voz profética a toda familia y pueblo, promoviendo su desarrollo integral y viviendo de acuerdo con los valores del reino de Dios.


En cuanto a lo material, no se concretó ningún avance en este aspecto, dado el escaso lapso de tiempo que tuvo a su cargo. Entrega su responsabilidad eclesiástica antes de en el año 1968. De nuevo quedan encargados unos meses los ayudantes de las liturgias y diáconos mientras envían al nuevo pastor. En 1969 la misión de la IAFCJ de San Ignacio recibe al nuevo pastor, hermano JORGE Y SU ESPOSA ELODIA. Pastor que vino a liderar la Obra del Señor Jesucristo en esta Colonia. Ocupan el lugar número cuatro en la historia pastoral de la IAFCJ de San Ignacio. En la recolección de datos, las fuentes de información dijeron no recordar los apellidos del pastor Jorge y su esposa Elodia. La iglesia en este tiempo marchó a pasos lentos pero sin perder la fe. No obstante, siempre se mantuvieron activos tanto el pastor como su esposa Elodia. Su ministerio descansó en Dios, al depositar su confianza en Él. Aunque fue corto su compromiso en este lugar, los hermanos consultados testificaron que la iglesia (misión) siempre marchó junto a su pastor, sin perder el sentido de hermandad, confiados en Dios continuaron trabajando con la misma convicción de expandir el evangelio, haciendo discípulos, sirviendo con sus dones, con sus ministerios y viviendo los círculos de compromiso. Las oraciones, los ayunos y el pentecostalismo siguieron siendo el motor que mantuvo con vida a la iglesia. Unánimes vieron muchas veces llover las misericordias de Dios entre el pueblo apostólico. Durante la pastoral del hermano Jorge nace la historia que causo asombre entre la comunidad, un hecho victorioso para la Gloria de Dios que se cuenta en la corta responsabilidad que estuvo en la Colonia (San Ignacio) el hermano Jorge, entre las personas que se estaban evangelizando se encontraba un doctor de nombre Francisco Estrada, quien tenía su consultorio en un cuartito de la entonces Comisaría de la Colonia. El único doctor del pueblo tenía problemas familiares, problemas matrimoniales que lo estaban orillando a una dolorosa separación con su esposa. El doctor se hospedaba en casa de la familia Ernesto Barrios y Consuelo Estrada (cristianos), quienes al igual que su pastor le invitaron refugiarse en las Palabras de Vida que le eran predicadas, encontrando en ellas fortaleza para soportar el desamor que estaba viviendo y la dolorosa aflicción que lo tenía sumido en la amargura. Al poco tiempo de recibir el evangelio y convencido de su situación y relación con Dios, decide voluntariamente ser bautizado en el nombre de Jesucristo. Despes de su decisión y por cuestiones de trabajo resuelve trasladarse a Cd Obregón para continuar su vida cristiana en aquel lugar. Si bien fue un corto periodo pastoral que tuvo a su cargo, el hermano Jorge se fusionó a las actividades ya programas y continuaron ocupándose en apoyar todas aquellas actividades.


En el aspecto material no se logró concretar ningún proyecto. Se puntualiza que las diferentes actividades en el aspecto espiritual se mantuvieron en marcha. La iglesia se conservó unida, confraternizando y apoyando las acciones solidariamente con su dirigente, hasta el último día en que Dios le concedió en la Colonia (San Ignacio Rio Muerto).


En 1970 el hermano Jorge entrega la misión por situaciones personales, de nuevo son los liturgistas locales quienes se hacen cargo coordinadamente para mantener el fuego de Dios con el mismo entusiasmo, mientras les enviaban un pastor. En ese mismo año de 1970 envían al hermano ROSARIO ZAZUETA (Hermano Chalito) 1970, él vino a ocupar el lugar número cinco en dirigir la misión de la IAFCJ de la Colonia, todavía conservaba esta categoría debido a ciertas características que la ubicaban en ese nivel. Tuvo la oportunidad y responsabilidad por un tiempo, encontrando que eran los copastores (liturgistas) los encargados de dirigir todos los trabajos con la aun misión. Al igual que los anteriores encargados, estuvo sólo unos cuantos meses en este lugar. Durante el liderazgo del hermano Rosario Zazueta (hermano Chalito), se continuó con las actividades ya conocidas por todos. En el aspecto material tampoco logró concretar ningún proyecto. Se especifica que las diferentes actividades en el aspecto espiritual se mantuvieron en marcha. De la misma manera la iglesia se conservó unida, confraternizando y apoyando las acciones solidariamente con el pastor Rosario Zazueta, con la diferencia que en lo espiritual se le dio más atención al evangelismo. A pesar de la indiferencia de muchos, sentían pasión por predicar el evangelio. Inmediatamente arma su estrategia para salir a predicar con el fin de cumplir el Plan de Dios en su vida. Durante su pastorado se esforzó por hablarles del evangelio a los perdidos. De éste varón se dice que manifestaba sentirse mártir del evangelio, sin embargo; su devoción a Cristo hacia enseñar que entregar la vida a Jesucristo era un sacrificio vivo a la causa de su Palabra. Esa fe debía llevarlos a proclamar el mensaje de que el perdón del pecado y una vida nueva están al alcance de todos. Se hacía entender que la resurrección de Cristo es el fundamento de la fe. Fue un pastor que se caracterizó por llevar el mensaje al perdido, predicando a Jesucristo resucitado de los muertos, puntualizando que sólo él puede salvar de todo pecado y dar la esperanza de vida eterna. El hermano Chalito Se distinguió por ser un varón que se enamoró del Evangelio, aunque por algunos era rechazada su predicación, era consiente que tendría oposición, pero siguió la ordenanza de predicar el evangelio a cuantos pudiera. Se dice que el mensaje del Evangelio puedo seguir dando salvación a perdidos, gracias a la perseverancia que siempre caracterizó al hermano Chalito. Con su testimonio dejó claro que la orden de Cristo era clara y precisa para llegar a las personas y hacer discípulos. Era de los varones que demostraba a la iglesia que el evangelio no era optativo; por lo que encajó muy bien con el mover de la iglesia. También le hacía comprender a la iglesia que el obedecer la orden de Cristo implica considerable entrega por parte de todo creyente. Fue una época en la que la iglesia le dio más prioridad al evangelio antes que a lo material. Después de que el hermano Chalito entrega la iglesia no envían ningún pastor y comisionan a algunos hermanos que gustaban del servicio voluntario (liturgistas) en el desarrollo de las actividades y que sobresalían en sus liderazgos para que mantuvieran la unidad de los miembros de la iglesia e incentivar al trabajo en forma entusiasta por un objetivo común de la Obra de Dios de manera voluntaria; confiados en las capacidades que Dios da, pudieron ayudar a cumplir con responsabilidad los deberes cristianos. En el mismo año 1970 el hermano Chalito atraído por el hambre de predicar el evangelio deja la iglesia y en su lugar mandan al hermano Francisco Escalante Velázquez a hacerse cargo de la iglesia para guiar al pueblo de Dios en los trabajos de la Obra. FRANCISCO ESCALANTE VELAZQUEZ, se fusiona a la IAFCJ de la Colonia en 1970 ocupando el lugar número seis en dirigir la todavía misión. A manera de recordatorio se recuerda que en 1958 el hermano Francisco Escalante llegó a la Colonia (SIRM) procedente del Estado de Sinaloa, aquí se une en matrimonio con Manuela Díaz Camacho y deciden ir a residir a Sinaloa. Después de unos cuantos años regresan a la Colonia de nuevo integrándose a la familia espiritual que pastoreaba todavía el hermano Carmen Fierro. Acompañado de su esposa Manuela Díaz (hermana Mane) e hijos: Joel, Oseas y Ruth pasan a formar parte de la membresía de la misión. El hermano Pancho integra su Don pastoral al equipo de liturgistas que perseveraban en este ministerio desde el pastor Carmen Fierro. Aprovechando el ministerio abnegado del hermano Pancho Escalante para servir a la iglesia la Comitiva de la iglesia los envían por primera vez en este Valle del Yaqui a pastorear a los miembros (misión) que se encontraban en la comunidad de la Noria, un pequeño poblado cerca de lo que hoy conocemos como Ejido Francisco Javier Mina (Campo 60). Junto con su familia emprenden su caminar pastoral en esta comunidad de La Noria luego en 1970 le dan cambio pastoral a la Colonia (hoy San Ignacio Río Muerto). La primera acción que realizó en beneficio de la iglesia fue legalizar el terreno que había solicitado y adquirido años atrás en tiempos del hermano Carmen Fierro. De momento fue necesario que quedara sentado en un documento legal como propietario al responsable o quien estuviera al frente de la iglesia; quedando a nombre de Francisco Escalante Velázquez.


La casa de adobe que se había construido en tiempos del pastor Carmen Fierro continuó dando abrigo a los siervos de Dios para que fuese habitada por la familia Escalante Díaz. En éste periodo las iglesias: 3ra. de Obregón, Campo 60, Campo 30, la Colonia, y San José pertenecían al Sector No. 6, presidido por el pastor Octaviano Gámez quien era autoridad de la iglesia, en ese entonces se le llamaba el anciano supervisor (hoy Presbítero). Durante el pastorado del hermano Pancho se abrieron dos campos evangelísticos, uno en el ejido el Batevito y otro en Bahía de Lobos. Además asumió como obligación el compromiso de ir a predicar la Palabra de Dios al Ejido el Bateve. Para trasladarse aquel lugar usaba como medio de transporte su bicicleta, de esa forma llevaba alimento espiritual a las almas de aquel lugar. El pastor Francisco Escalante recorría en su bicicleta aproximadamente 25 kilómetros para ir al Bateve, se comenta que éste pastor era motivo de ejemplo y admiración por su perseverancia para predicar el evangelio; no le importó estropear las suelas de sus zapatos de tanto frenar la llanta de la bicicleta con el pie, (o sea se le hacían hoyos en la suela de un zapato de tanto rozar la llanta con el para frenar). Por la lejanía al Bateve se iba desde un día antes (los lunes) el martes les predicaba y otro día (miércoles) muy temprano de madrugaba emprendía su regreso para estar temprano para el culto con la iglesia de la Colonia. Las predicaciones dirigidas a la iglesia que pastoreaba eran mensajes completamente evangelísticos, enfatizando la gracia de Dios y la supremacía de Jesucristo, a ello se debió la gran cantidad de jóvenes que aceptaron ser bautizados voluntariamente para servir a Jesucristo. Francisco Escalante Fue un varón que se puntualizó por su dedicación a la oración. Todas las mañana tenía el hábito de orar 3 horas diarias, con su consagración persuadió a que la iglesia se añadiera acarreando con ello una iglesia sana espiritualmente y sensible al llamado del servicio de la Obra de Dios. En la investigación que se realizó para obtener información del caminar cristiano durante este periodo pastoral, los miembros entrevistados aseguran que fueron tiempos en los que se trabajó bastante en equipo, miembros conscientes de que sólo la fe en Dios, luchando unidos, y haciendo el sacrificio por la Obra, se podrían obtener más bendiciones. Los miembros que nacieron de nuevo en este tiempo recuerdan al líder, al varón de mucha oración. Durante su pastorado Francisco Escalante participó de todas aquellas actividades que avivan y que elevan el ánimo por el servicio en la Obra de Dios. Al igual que los pasados encargados, comisionados y pastores se involucraron junto a la iglesia en las confraternidades, en convenciones, en consagraciones. Los domingos se hacían actividades todo el día, los miércoles y viernes solo culto, los demás días eran de salir a evangelizar a diferentes campos aledaños a la Colonia. Por su parte las señoras todos los días se reunían en el templo a orar de 9:00 a 10:00 de la mañana; oraciones que se convirtieron en una poderosa herramienta espiritual en luchas diarias por perseverar activos trabajando a cuanto llamado se convocara. Las consagraciones eran de todos los domingos, haciendo el llamado a presentar ayuno general ese día. El programa dominical era de 9:00 a 10:00 un devocional, de 10:00 a 12:00 la EBD, después se daba un receso para comer juntos y posteriormente iniciar con el culto con el propósito primario de juntos adorar, cantar, agradecer, aplaudir, testificar de Jesucristo, etc. En el culto público en el día del Señor (los domingos) se convertían en fiestas para rendirle homenaje a Dios como iglesia y adorarle como un cuerpo. En el tiempo del verano o invierno las actividades dominicales cambiaban de horario dependiendo del clima


Los integrantes de alabanza de esa época se nombran a Trinidad Salazar además de tocar la guitarra cantaba; igual la esposa del pastor Manuela Díaz Camacho, hacia combinar su voz en los cantos. Los hermanos Cande y Álvaro Bojórquez continuaban su ministerio con instrumentos musicales tocando para Dios. La iglesia manejaba un himnario, a través de este seguían los cantos, solo decían el número de himno y todos conjugaban sus expresiones bíblicas de adoración para enaltecer al Rey de Reyes y Señor de Señores.


En 1970 los hermanos Miguel Campos Ferrer (Malino) y Rosario Cabrera Subía (hna. Chita) miembros activos la primera iglesia de Cd. Obregón deciden congregarse y pertenecer a la iglesia de la Colonia por la cercanía que les representaba.


El 8 de marzo del 1973 bautiza a Margarito Moreno junto con Elvira Quiñonez Díaz. En su lista figuran los bautismos de Rosario Palafox (Chalón), Consuelo Barraza, Isabel Nolasco y su esposo José Ángel Escobar, Enriqueta Escobar Palomares (hija), José Valdez (papa de la hermana Gloria Valdez Alcántar, Teodoro Valdez (hermano de doña Miluchy), Rosario Duarte, Severo Barraza y su esposa Santos Arredondo (padres de la hna. Chelo Barraza), José Esteban Díaz Camacho (Hno. Chachi), Jesús Manuel Díaz Camacho ((Hno. Pachi) y a bautizo a muchos jóvenes más. En una campaña organizada por el pastor Francisco Escalante e iglesia, en la que predicó el evangelista Miguel Montiel fueron bautizados Arnoldo Pérez (esposo de la hermana Chelo Barraza), Ramón Palomares Escobar y Rafael Merancio (un señor que cuidaba Nely de Lico Cota).


Se mantuvo junto con la iglesia en una enérgica campaña evangelizadora de puerta en puerta, también apoyo otras actividades evangelísticas y ministrando oración por los enfermos. En pocos meses la iglesia había crecido demasiado siendo insuficiente el espacio (templo) para adorar a Dios y llevar a cabo las diferentes actividades que se realizaban durante la semana. El pastor Francisco Escalante tuvo una visión que muy atinadamente trasmitió a la suma de hombres y mujeres convertidos al evangelio, visualizó un procedimiento para dar cabida a más gente. Los servicios de culto de la iglesia fueron creciendo en los meses y años que siguieron. Su amor por Dios se manifestó en construir un templo más grande dado el crecimiento apresurado que se estaba dando en la iglesia, mientras tanto se continuó trabajando por fraternidades como era costumbre. Tomado de la mano de la iglesia sintieron la misma intranquilidad para que en un futuro idear la posibilidad de prepararse para abrigar la asistencia de más oidores de la Palabra que se gozaran en la presencia de Dios. Se llevó a consenso este proyecto, se reconoció la urgencia de una construcción más grande y unánimes aprobaron la propuesta del pastor para la construcción de un nuevo templo.


Testigos que dan fe de los hechos narrados en esta historia, expresan estar satisfechos y orgullosos de los logros alcanzados durante el trayecto pastoral en este tiempo, textualmente se expresó _ Compartir el trabajo con el pastor Francisco Escalante en la iniciación de la edificación de la casa de Dios es un gozo que experimentaremos siempre. Agregan los informantes que continuamente planeaban en conjunto pastor y hermanos trabajos para llevar a cabo campañas evangelísticas y evangelizar con Biblia en mano en forma personal. A la par de construir materialmente se invertía tiempo y sacrificio en lo espiritual, constantemente se organizaban campañas evangelísticas en la que se daba una atmosfera de un avivamiento; fue una época pastoral de muchos bautismos. Los que decidían entregar sus vidas al Señor Jesucristo a través del bautismo se fusionaban humildemente al arduo trabajo que como parte de un estilo de vida vivía la iglesia apostólica, aún considerada misión de la Colonia o SIRM. Los predicadores que más apoyaban en las campañas eran los hermanos Rosario Duran, Miguel Montiel y Octaviano Gámez entre otros, ellos predicaban cuando eran actividades evangelísticas que fuesen de tres días, para estas campañas con anticipación la iglesia se organizada y se preparaba espiritualmente en ayunos y oración. La mayoría de los bautismos se realizaban en los canales de agua cercanos al pueblo, otros en las playas cercanas a la colonia y en ocasiones en la pila que se encontraba detrás del templo.


Con respecto a los inicios de construcción en el año 1973 planearon hacer el templo de material y concreto, refieren los testigos que de inicio les fue muy difícil arrancar con el proyecto, la falta de recursos económicos de momento no fue obstáculo para empezar a hacer planes, la fe de creer en el proyecto del templo los llevó a estar en constante oración de ruego ante Dios. Se tomaron en cuenta las opiniones más viables considerando el espacio disponible. Por la falta de un albañil de planta resultaba más arduo arrancar con la obra porque eran en las tardes libres de los miembros albañiles, los cuales eran ayudantes voluntarios. Los albañiles eran algunos hermanos que sabían de esos trabajos, ellos prestaban sus servicios gratuitamente; sólo que después de salir de sus labores habituales. Como todo comienzo, fue difícil, pero llenos de ilusión y motivación, comenzaron a llegar uno por uno quienes habrían de sumarse a la edificación del templo, uno de los hermanos entrevistados dijo para esta parte de la historia _El comienzo del trabajo de cimentación, y el privilegio de ser testigos de un futuro proyecto para Dios me hizo sentir emociones encontradas, experimentando en mi rostro sonrisas de gozo por la riqueza de las bendiciones recibidas que fortalecieron nuestros espíritus.


El inicio o arranque de construcción, y en las arengas de eso tardaron meses, fueron meses de dedicación, de sacrificio y de esfuerzos. Para poner la primer piedra como inicio de la obra de construcción se presentaron los hermanos Miguel Montiel evangelista y pastor acompañado de Anselmo Reyes Virrey Obispo de las iglesias, ambos dirigieron la oración con los que estaban presentes ese día, declarando bendiciones sobre el arduo trabajo que esperaba pero sobre todo declarando para que el futuro edifico sirviera para que la Gloria de Dios se manifestara en todos los aspectos. Todos aquellos presentes y los que estaban trabajando escribieron sus nombres en papel, lo depositaron dentro de una botella que fue enterrada en el cimiento de concreto ubicado en la esquina derecha de la entrada principal del templo. Todos los que trabajaban se sentían parte importante de esta causa; el entusiasmo era tan contagiante que se daba una espontaneidad entre los miembros. Se tiene el recuerdo de la hermana Juana Palossi, quien acostumbraba a llevarles jarras de limonada o bien café con leche a los albañiles para mitigar un poco el calor y cansancio durante el trabajo de cimentación de la obra; en el ánimo de poder avanzar lo más posible en la obra. Algunos albañiles que podían trabajaban en la obra sábados y domingos para aprovechar la luz del día. Entre los albañiles que trabajaron se nombran a Arnoldo Pérez, quien también trazo el diseño del templo, aunque él solo era visita pero su experiencia en trabajos de albañilería los puso al servicio de la iglesia; otros varones como José Salazar, Eduardo Duarte, Rosario Duarte, Candelario Bojórquez, eran los chalanes del albañil. Jesús Díaz por su avanzada edad solo ayudaba económicamente, también apoyaban Severo Barraza y José Ángel Escobar entre muchos otros. La sed y el hambre de la iglesia por cumplir su meta de construcción del templo, fue un aspecto que los llevó a redoblar esfuerzos, durante el proceso de construcción en el que se veía continuamente la inversión del tiempo y la dedicación, se dice que fue un proceso de acciones y formidables dotes de paciencia para seguir haciendo tamales-pan-menudo, rifas, etc.


A inicios de 1974 el hermano Miguel Campos Ferrer es presentado ante la congregación por el pastor Francisco Escalante para iniciarlo al diaconado. Posteriormente en una Convención en Puerto Peñasco, Sonora, es iniciado al pastorado presentándolo los hermanos Ambrosio Jocobi quien era Anciano Supervisor de las iglesias del Valle y el hermano Anselmo Reyes Virrey Obispo Supervisor de la Comitiva en Hermosillo. El espacio o lugar de trabajo que les hizo sombra y cobijo para volcar su entusiasmo por el trabajo en la Obra, era lo que había quedado del techo de la primera casa pastoral.


Las ganancias obtenidas se invertían en la construcción utilizándola a su favor como estímulo para perseguir su meta con mayor fervor, pasión, dedicación y esa misma dedicación también los llevaba a vender cena los domingos, sumados a promesas surgidas con espontaneidad de donación en especie. Se testifica que en ese afán de construcción el espíritu de solidaridad los mantuvo con la motivación que da la fe.


Ayudaban servicialmente mujeres sensibles y humanistas como Isabel Nolasco, Trinidad Salazar, Consuelo Barraza, Juanita Borbón, Juanita Valenzuela, Irene Franco e Hipólita Valenzuela, las señoras se acomedían unas a mojar ladrillos que se iban pegando, mientras otras aluzaban con focos de mano y cachimbas a los hombres que acarreaban arena, piedra, en otro lado mujeres aluzaban a los varones que batían mezcla y median con la plomada. El templo no se había construido totalmente, faltaban la puerta principal, la colocación de las ventanas y los detalles pero confiados que pronto se terminaría para honrar y adorar a nuestro Señor Jesucristo En 1975 se tenía construido hasta la dala. Entre pausas y avances duraron construyendo del año 1973-1975. En el mismo año 1975 el hermano Octaviano Gámez se sumó solidariamente en la formación de las piñas, era la parte de enfrente del lado superior y requería de ingenio para darle forma. Dada la experiencia del hermano Octaviano en este tipo de formas y de difícil delineación siguió ayudando en lo que restaba de la construcción. En ese mismo año de 1975 en San Ignacio Río Muerto, entonces municipio de Guaymas, Sonora, un grupo solicitante de tierras, formalmente organizado reciben la bendición del reparto agrario, en el que varios hombres y mujeres entre ellos algunos hermanos de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús son dotados de tierras totalmente cultivables. El pastor Francisco Escalante (hermano Pancho) fue uno de los que obtuvieron el beneficio de recibir 10 hectáreas de tierras. De los primeros frutos agrícolas que se cosechaban los hermanos ejidatarios los traían a la iglesia como un ofrecimiento a Dios para su Obra; eran primicias que daban con el objeto de ser de bendición en la meta que se seguía, estas primicias se vendían para aportar más fondos a construcción. Por su parte el pastor de la economía correspondiente de acuerdo a la Palabra la estuvo donando por tres cosechas consecutivas (1 año y medio) para construcción, esos recursos económicos íntegros iban directo al proyecto, con eso se echó el techo y los engarres por dentro. Aunque para algunos con la decisión del pastor resultó un tanto incongruente, con todo y eso se prosiguió adelante en el proyecto en el afán de ver cristalizados sus deseos y seguros de la amplitud para darle honra y gloria a Dios.


De las aportaciones voluntarias, trabajos de equipos, donativos y más se logró con la ayuda de Dios construir hasta levantar todo lo que son los 4 laterales; este proyecto de obra negra aún por estar inconclusa sirvió para que se trasladaran de momento con todo y mobiliario a hacer los servicios de culto y adoración y actividades. El lugar que ya podría decirse estaba en condiciones momentáneamente la atracción de lo construido para ocuparse. Si bien es cierto estaba amplio pero incomodo por falta de techo, engarres, piso, ventanas puertas etc., no fue motivo de desaliento para bajar la guardia por la búsqueda de recursos para llegar hasta a la meta. La unidad de los fieles creyentes puso en claro sus objetivos, nada los desviaría de su propósito principal ¡terminar en su totalidad la casa de Dios! Su liderazgo (el del pastor) lo llevó a tomar una decisión, comprendiendo la actitud de los miembros, el pastor puso a disposición las ayudas que la iglesia le daba para construcción, con la única finalidad de ver culminado un proyecto y a la vez un sueño de la iglesia que pastoreaba. A menudo experimentaban demasiados tiempos involucrados en actividades agotadoras, sin dejar de atender actividades que alimentaran el alma que los mantuviera vivos espiritualmente. La bendición de ser dueños de una porción de hectáreas de tierras de cultivo en miembros ejidatarios favoreció el avance del templo, se empezó con los enjarres de paredes, se mandaron construir las ventanas, puertas, se instaló la luz eléctrica y se puso el techo del templo; todo por la cantidad de $28,000.00.


Un día la iglesia experimentó doble gozo, entre mezcla de emociones y entusiasmos por fin se termina el templo y con ello la satisfacción de iniciar al ministerio pastoral a tres varones, Rosario Duarte Soto, Margarito Moreno y Alfredo Aguilar quienes sentían inclinaciones hacia un ministerio de más trabajo del que practicaban localmente, el esfuerzo y la disciplina personal del pastor trajo consigo la decisión de éstos dos valientes varones. Posterior a la iniciación al diaconado se dieron a la tarea de ayudar en la liturgia de los servicios. Por cuestiones de funcionalidad y espacio se tuvo la necesidad que demoler las paredes de casa pastoral, conservando sus puntales con el techo para que funcionara como ramada para ser utilizada en actividades de cocina y otras acciones. La familia pastoral fusionó el antiguo templo de adobe para ocuparse como casa.


Era tanto el compañerismo y la participación con otras iglesias que resultaba un deleite asistir aunque fuese de raite a una actividad de reconocimiento y adoración a quien es digno de ello (Dios). Quienes concurrían buscaban la forma de tomar los mejores lugares visibles para exaltar al Rey de Reyes.


En navidad y año nuevo se hacían planes para programar las actividades a realizarse durante el culto, entre las actividades se presentaban acrósticos, obras de teatro, actividad para niños e intermedios y a la vez ellos recitaban poesías alusivas a la época navideña; mientras las señoras se preparaban son sus alabanzas para cantar juntas y así de esa forma exaltar al que nació y murió para darnos vida eterna. Igualmente la iglesia conservaba la tradición de preparar sus comidas para cenar juntos tras la alegría del agradecimiento de llegar a un nuevo año.


Los próximos años el ambiente de trabajo que se daba era una visión enfocada principalmente a construcción, evangelismo (incluyendo misiones extranjeras), con el mismo empeño la misión (iglesia) se daba el tiempo para trabajar para el día del pastor, actividad que se planeaba a través de una celebración en reconocimiento al ministerio pastoral. Las señoras de igual manera se las ingeniaban para festejar el día del papá, y por su parte los padres hacían lo suyo con las madres, se emprendieron otras celebraciones como el día del maestro, en cada celebridad o fiestas se entonaban cantos alusivos a la festividad.


Entre los integrantes de alabanza de esa época se nombran a Trinidad Salazar, además de tocar la guitarra cantaba, igual la esposa del pastor Manuela Díaz Camacho era parte del ministerio de alabanza.


Entre los matrimonios que le tocó oficiar la ceremonia recuerda haber casado a las hijas de la hermana Mode a: Luz María Díaz Camacho y Francisco Valenzuela (hno. Kiko), Tomasa E. Camacho Díaz (hna. Cori) y Heriberto Valdez, y de la familia Estrada casó a: Gloria Estrada Díaz y Rogelio Robles, Elvia Estrada Díaz y Joel Rojas, Luz Elia Estrada Díaz (hna. Chela) y Rafael, a los hermanos Conce Estrada y Ernesto Barrios a la pareja de María Ayala y Jesús


De igual forma presento varios niños de hijos de creyentes y algunos no creyentes ante la presencia de nuestro Dios. Esa fue la sana costumbre que acompañó a la iglesia que se mantuvo apegada a los principios bíblicos. Dentro de los momentos tristes que vivió la iglesia, se tiene el recuerdo de una bebe de 10 meses de nacida, hija de los hermanos Miguel Campos (Malino) y Rosario Cabrera (Hna. Chita) que falleció súbitamente, era día Domingo por lo que el velorio se hizo en el culto, la madre de la infanta recuerda y da gracias a Dios por la fortaleza que le dio para sobrellevar su dolor. La hermana Chita conserva el recuerdo el himno “Más allá del sol “que la iglesia canto en el velatorio.


La casa pastoral que se construyó primero en tiempos del hermano Carmen Fierro (cuartos de adobe) vivió el hermano pancho y familia. En este lugar le nacieron los hijos Isaac, Orfa Lidia y Abigail. La vivienda fue sufriendo el deterioro del tiempo por lo que hubo la necesidad de tomar por casa pastoral al primer templo de adobe, adaptándolo como casa y haciendo algunos arreglos al techo con lamina negra.


En 1977 todavía le faltaba el piso al templo, por circunstancias personales decide dejar su pastoral para pasar a ser ministro local y continuar apoyando en la Obra de Dios desde otra línea. En su lugar dejan al hermano Rosario Duarte Soto quien había sido iniciado al ministerio pastoral en el tiempo del hermano Francisco Escalante.