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En la investigación para narrar la historia de la IAFCJ localizada en La Colonia (SIRM) se encontró que aproximadamente a partir del año 1951  ya se encontraban algunos hermanos bautizados en el Nombre de Jesucristo radicando en este pequeño pueblo.
==LOS PILARES DEL EVANGELIO EN LA SIEMBRA DE LA PALABRA DEL VALLE DE YAQUI DE LA IAFCJ, SAN IGNCIO RIO MUERTO, SONORA.==
En la investigación para reconstruir la historia de la IAFCJ ubicada en San Ignacio Rio Muerto antes La Colonia se encontró que aproximadamente a partir del año 1951  ya se encontraban algunos hermanos bautizados en el Nombre de Jesucristo radicando en este pequeño pueblo.





Revisión del 05:46 15 sep 2014

LOS PILARES DEL EVANGELIO EN LA SIEMBRA DE LA PALABRA DEL VALLE DE YAQUI DE LA IAFCJ, SAN IGNCIO RIO MUERTO, SONORA.

En la investigación para reconstruir la historia de la IAFCJ ubicada en San Ignacio Rio Muerto antes La Colonia se encontró que aproximadamente a partir del año 1951 ya se encontraban algunos hermanos bautizados en el Nombre de Jesucristo radicando en este pequeño pueblo.


Por no existir templo en éste lugar se congregaban y pertenecian a la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús del Campo 60 o Ejido Francisco Javier Mina. Eran miembros muy activos, miembros concientes de su deber como cristianos, asumiendo con unidad la responsabilidad con la iglesia a la que pertenecían. La distancia, las carencias de estos primeros valientes y la falta de transporte no impedían que se trasladaran a cuanta actividad les invitaran, entre todos se daban a la tarea de buscar los medios que los llevara a sentir el fuego fraternal que los mantenía fortalecidos, que los mantenía en una pasión por buscar almas para Cristo. Esa pasión por Cristo los mantuvo algunos años como grupo de hermanos que daban testimonio de conservarse en la doctrina de los apóstoles como lo marcan las Sagradas Escrituras.


Había dos familias en el pueblo que formaban la mayor membresía de estos hermanos, a unos les decían los Barraza y a los otros les decían los Pérez. Los Barraza eran Gerardo Barraza, Jesús Barraza, un joven de nombre Isabel Barraza, otra persona con el mismo nombre de Isabel Barraza y por último María Barraza. Por su parte los Pérez, eran el matrimonio Jesús Pérez y la señora Chahua de Pérez y su hijo Meregildo Pérez, quien se destacaba por su habilidad para tocar la guitarra haciendo más especial esos momentos de adoración, al acompañar los himnos con su música en las diferentes actividades del grupo. En este reducido grupo de cristianos se encontraban también dos parejas de matrimonio, uno era el señor Félix Escalante y su señora Jesús de Escalante, a quienes habían evangelizado en la comunidad del Salsipuedes, salieron de ese lugar para ser bautizados, añadiéndose al grupo de San Ignacio. Transcurrido un breve tiempo recibe el bautismo la mamá de los hermanos carnales Félix y Francisco Escalante Velázquez.


El otro matrimonio era el señor Bruno Borbón y su señora esposa Juana Palossi, junto con su hija Josefina Gallegos Palossi, la familia Borbón Palossi vivía en un campo Agrícola llamado el Desagüe y. cuando había algo que hacer para la obra de Dios, desde ese lugar se trasladaban en carreta a la Colonia. Con entusiasmo se alimentaban junto con el grupo de hermanos haciendo lo que mejor podían para comunicar a Cristo.


Se busca hacer actividades que fortalecieran y que mantuvieran vivo el ánimo de continuar en la lucha. Al poco tiempo se trasladan a vivir a San Ignacio construyendo su propia casa por el Callejón Ures esquina con Calle Independencia.


En esa época Herminio Félix Félix era un diácono que vivía y pertenecía a la iglesia apostólica en el poblado de Campo 60, el joven venía a San Ignacio con el interés de ayudar a preservar y a alimentar espiritualmente el número de cristianos en el pueblo; también apoyaba coordinadamente en las actividades organizadas por la iglesia del campo 60 para mantener integrados este pequeño grupo. Por lo pronto pertenecían A la IAFCJ del Campo 60.


El 23 de junio de 1959 se integra doña Ventura Montoya de Rojas. Ella había sido bautizada en Empalme en la iglesia de Dios, por radicar en este poblado pertenecía al la iglesia de Colonia Militar. Fue evangelizada por el hermano Fernando Leyva con las explicaciones de la unicidad de Dios y el bautismo en el nombre de Jesucristo; entiende perfectamente su gran significado, cree, obedece y solicita ser bautizada en el nombre de Jesucristo; convirtiéndose así en parte de los discípulos. Ella y su joven nieto Candelario Bojórquez vivían en una parte de la casa de terrado en el mismo solar de la familia Borbón Palossi (calle Independencia esquina con callejón Ures). Doña juanita Valenzuela también era ya bautizada, perteneciendo a los cimientos de la IAFCJ. Ramón Conteras hermano también era miembro junto con los hermanos de la Colonia. Él venía de la Curva y se bautizó junto con Doña Juanita Valenzuela y su esposo Juan Castro, se desconoce el lugar donde se bautizaron; pero igual pertenecían a los cimientos de la IAFCJ, estos últimos vivía en el desagüe, al tiempo se vienen a vivir a la Colonia por la Calle 23 de Octubre (hoy calle del Kiosco).


En el transcurrir de los siete años estos hermanos se mantuvieron unidos en la fe, en oración, en ayuno, en intercesión por las promesas (llenura del Espíritu Santo) y en un evangelismo personal con Biblia en mano. Relatan que jamás perdieron la fe y la esperanza de hacer discípulos reproductivos


Por la calle Yécora entre calle Independencia y Calle Benito Juárez vivía la familia Leyva, toda la familia mostró interés por el evangelio dando libertad para recibir la predicación de la Palabra de Dios.


Los himnos que se cantaban eran enfocados a la enseñanza, a la invitación para vivir apropiadamente una vida cristiana pentecostal en el caminar con Dios. Se afirma que Fernando Leyva y sus hijas Flora, Bertha y Alicia cantaban este tipo de cantos. El tocaba el acordeón y la guitarra y ellas tenían una voz talentosa que fortalecían los cultos produciéndose un ambiente de declaración a la grandeza de nuestro Dios, reconociendo su soberanía. ¡Era un gozo total!


Entre el 1951 y 1958 aproximadamente llega procedente de un lugar del estado de Sinaloa el hermano Rosalino Ramírez, cabe aclarar que no venía con la misión de encargarse de los hermanos; sus propósitos eran simplemente laborales. Rosalino Ramírez era diácono ordenado, trae consigo a su esposa Tiódola Soto y familia, venían a trabajar como era costumbre por temporadas al próspero valle del yaqui, en actividades del campo. Como hombre obediente al evangelio no desaprovechó la oportunidad para dedicarse también a sembrar en otras tierras la semilla de la Palabra de Dios. Rosalino se encontró con una sorpresa muy agradable en San Ignacio o Valle del Yaqui, además de hallar un prometedor lugar para vivir y trabajar en el campo y de esa forma mantener a su familia, encontró que ya había unos cuantos cristianos y la gran oportunidad para compartir a la vez con sus vecinos el plan de salvación, A un lado de la casa que hallaron para vivir se encontraba la familia compuesta por el matrimonio Fernando Leyva y su esposa Gertrudis de Leyva, a quienes inmediatamente después de instalarse en la casa empiezan a presentarles la palabra de Dios, atrayendo la atención de los hijos también. Después se dan cuenta que ya se reunían con un grupo de cristianos, de igual forma se integran al grupo.


Los hijos del matrimonio Leyva eran los jóvenes Lino, Herculano Flora, Berta, Alicia. En el mismo hogar la señora Petra mamá del señor Fernando Leyva era cautivada por el evangelio que les predicaban. Igual aceptaba que se le predicara el evangelio la señora Hipólita Valenzuela Félix, conocida también de la cuadra de Rosalino Ramírez, todos ellos únicamente demostraban ser simpatizantes y oidores de la doctrina apostólica.


Durante algunos años, los primeros cristianos apostólicos experimentaron un arduo trabajo evangelizador por cuenta propia. Se afirma que los primeros servicios espirituales y organizados de una manera sistemática se realizaban en casa del matrimonio Rosalino Ramírez y Tiódola Soto. La naturaleza de los creyentes era permanentemente en el evangelismo personal, incluyendo en comunidades cercanas al pueblo, convivir en fraternidad con otras iglesias, en trabajos propios pero en equipo para mantener la obra de Dios y hacerla crecer, siendo uno de los valores más cuidados, el testimonio personal de los creyentes. Hasta aquí no se había realizado ningún bautismo por parte de la IAFCJ dentro del pueblo, pasaban los días y parecía que no pasa nada, parecía que los oyentes únicamente se concretaban a escuchar la palabra, era desalentador ver que no surgía un valiente que dijera _ ¡yo quiero ser salvo y servirle a Dios! ¡No surgía ni siquiera uno de entre todos los que escuchaban la palabra, que decidiera aceptar a Cristo como su único Dios y salvador! todo ello no impidió que se continuara en unidad, en oración y perseverancia en continuar evangelizando. De pronto, esos simpatizantes del evangelio se convirtieron en respuesta a las oraciones, ruegos y súplicas a Dios que hacían constantemente el pequeño grupo de aleluyas, reunidos en el hogar y casa del matrimonio Rosalino Ramírez -Tiódola Soto, en ocasiones se reunían en casa de los Leyva.


Aquellos que solamente eran oidores de la palabra de Dios, pasan a ser hacedores de ella y varios deciden aceptar el evangelio a través del bautismo. Se acercaba tiempos de cosechar, por lo que se planeó una actividad, la alegría que se respiraba no se podía ocultar en los rostros de los hermanos. El primer triunfo de Gloria les había llegado, Las sonrisas estaban a flor de labios, la victoria llegó para quedarse. ¡Era una satisfacción! se vivía ansias pues se aproximaban momentos de celebrar, momentos de segar lo que se había sembrado, se organiza una celebración en grande. Celebración que se convirtió en una gran fiesta de adoración y agradecimiento. A esta actividad asiste el predicador y evangelista Rosario Duran, a quien ya esperaban los visitara para que allí en el pueblo se bautizaran a quienes así lo habían decidido, a quienes ya habían hecho la decisión de ser llamados hijos de Dios. Rosario Duran era un predicador que acostumbraba visitar y andar de pueblo en pueblo predicando el evangelio.


Recorría los campos y comunidades del Valle del Yaqui entre otras aisladas comunidades llevando las buenas nuevas de salvación a los perdidos, pues esta era una tarea que se había tomado como su misión. Fue hasta entonces que los nueve decididos esperaban ansiosos la llegada del evangelista Rosario Duran para ser bautizados. Los bautismos se realizaron en el canal camino al panteón municipal. En esa ocasión vinieron en carretas, a caballo, en bestias, hasta en bicicletas y en lo que se pudiera, de otras iglesias por lo que se convirtió en fiesta, júbilo, agradecimiento, adoración a Jesucristo. Entre aplausos, oración y cantos se celebraba el culto, era tanta la concurrencia que se preparó comida para todos los visitantes.


Entre los hombres y mujeres valientes que deciden voluntariamente creer a las promesas de Dios y bautizarse en el nombre de Jesucristo, se encontraban la señora Petra de Leyva (mamá del señor Fernando Leyva), tres de los hijos del Señor Fernando Leyva: Lino, Herculano y Bertha.


Los ánimos y la sed de asegurar una salvación por gracia empezaron a surgir inquietante entre los evangelizados. Se dejó venir una ola de arrepentidos rendidos a Jesucristo, eran nueve personas que querían ir tras las Buenas Noticias (Evangelio) entregándose a Cristo. Este hecho les inyecto nuevas fuerzas expresando su agradecimiento con cantos de regocijo, de júbilo por la victoria que el Señor Jesús había dado.


Estos bautismos se hacen en presencia de muchos testigos, vecinos de esta localidad y de otras iglesias aledañas que fueron invitadas a venir al pueblo para hacer de este acto una gran confraternidad y fiesta de júbilo , donde no sólo se le rindió culto al Señor Jesucristo; sino que se convirtió en todo una festividad, se dice que se preparó bastante comida para brindar a todos los asistentes.


En esta ocasión también se bautiza Hipólita Valenzuela Félix y cuatro personas más, las cuales se desconocen sus nombres. En total fueron nueve bautismo todos ellos son sumergidos en las aguas en el nombre de Jesucristo, dando así su primer paso de obediencia y demostración de fe, todo esto aconteció en el comúnmente llamado canalón rumbo a siete cerca al panteón del pueblo.


Este acontecimiento vino a engrandecer el pequeño grupo que parecía no tener futuro. Ahora ya no eran pocos ni pequeño grupo, ahora ya los aleluyas estaban más fuertes numérica y espiritualmente. Como misión a cargo del Campo 60, no se perdían la oportunidad de reunirse adorar juntos y confraternizar; algunas veces hasta Cd. Obregón los llevaba el entusiasmo de juntarse en un mismo Espíritu y en un mismo pensar para adorar al dador de la vida.


Además de las actividades semanales que los hermanos organizaban en casa de Rosalino Ramírez, se llegó hacer allí mismo confraternidades, a las que se daban cita las iglesias campo 60 y 30, la Noria, Bácum y Cd. Obregón entre otras.


A pesar de la falta de un pastor más cercano a la iglesia, los hermanos se organizaban para coordinar la asistencia a las confraternidades que se celebraban en la Primera IAFCJ de Cd. Obregón. Que era la iglesia más retirada del Valle.


Aquí, pues, están los hechos comprobados por boca de más de dos testigos. Todos los personajes que se han nombrado desde 1951 al 1958, representan los pilares del Evangelio de la iglesia Apostólica De La Fe En Cristo Jesús de San Ignacio Río Muerto. Se dice que fueron los que detonaron la obra de Jesucristo; con una frase indelebre en el corazon “Edificare mi Iglesia”, ¡y en efecto la edificó! Una Iglesia a la que dio la comisión de predicar y publicar su Evangelio, el mismo Mensaje que él trajo procedente de Dios ¡a todo el mundo! de la misma manera llega a San Ignacio Río Muerto.


Mientras los hermanos continuaban a paso firme en su fe, atendiendo su rol y su misión en esta Colonia, como grupo unido los alcanza el año 1958 en una dinámica totalmente evangelizadora y permaneciendo en oración, intercediendo por la conversión de más almas para Cristo y buscando en la Biblia la guianza divina. Ya la obra había cobrado fuerza y ameritaba un pastor de tiemplo completo en la Colonia (hoy SIRM). En este mismo año les envían un pastor, hermano Carmen Fierro