Diferencia entre revisiones de «Peña de Horeb, Ciudad Juárez, Chihuahua»

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                        Cuando el Hermano Salvador Iglesias Saláis, era Pastor de la 7ª. Iglesia de Ciudad Juárez, Chih.,  su cuñado, el Hermano Ramón Carreón tenía  un terreno de 2000 M2. En la esquina de la Calle Miguel Molinar y Fidel bravo  No. 10222  Con  construcciones  y hasta pila para el agua (aunque no era bautismal) se pusieron de acuerdo para echar a andar ahí mismo una Escuela Bíblica Dominical y el  domingo 19 de marzo de 1994,  las entusiastas hermanas  Verónica Loya,  Martita y Leonor Salas y la Hermana Alicia Hernández,  durante mucho tiempo fueron haciendo una hermosa labor en la Colonia Puente Alto,  del Km. 20 y juntaron a muchas personas para que escucharan el evangelio y con los niños, hicieron una gran labor, ya que en algún momento  llegaron a ser  mas de 200 niños.   
                      Aprovechando las instalaciones y las construcciones que el Hno. Ramón ya tenía en el terreno, las hermanas trabajaron arduamente  celebrando cultos, dando estudios y pláticas, y algunos hermanos de la 7ª. Iglesia iban a ayudarles esporádicamente por órdenes del Pastor,  con la música, entre ellos el jovencito Hno. Rubén Iglesias, la hermana Morena Ángel, el Hno. Enrique Beltrán, así como el Hno. José Mendoza, quien era diacono.
 
Misión Peña de Horeb
 
Cuando el Hermano Salvador Iglesias Saláis, era Pastor de la 7ª. Iglesia de Ciudad Juárez, Chih.,  su cuñado, el Hermano Ramón Carreón tenía  un terreno de 2000 M2. En la esquina de la Calle Miguel Molinar y Fidel bravo  No. 10222  Con  construcciones  y hasta pila para el agua (aunque no era bautismal) se pusieron de acuerdo para echar a andar ahí mismo una Escuela Bíblica Dominical y el  domingo 19 de marzo de 1994,  las entusiastas hermanas  Verónica Loya,  Martita y Leonor Salas y la Hermana Alicia Hernández,  durante mucho tiempo fueron haciendo una hermosa labor en la Colonia Puente Alto,  del Km. 20 y juntaron a muchas personas para que escucharan el evangelio y con los niños, hicieron una gran labor, ya que en algún momento  llegaron a ser  mas de 200 niños.   
Aprovechando las instalaciones y las construcciones que el Hno. Ramón ya tenía en el terreno, las hermanas trabajaron arduamente  celebrando cultos, dando estudios y pláticas, y algunos hermanos de la 7ª. Iglesia iban a ayudarles esporádicamente por órdenes del Pastor,  con la música, entre ellos el jovencito Hno. Rubén Iglesias, la hermana Morena Ángel, el Hno. Enrique Beltrán, así como el Hno. José Mendoza, quien era diacono.
  Pasados algunos meses,  llegó el Hno. Antonio  Zubiate, para reforzar el trabajo y el mismo Hno. Ramón Carreón, fue a ayudarles a las hermanas y se hizo cargo del trabajo como Pastor, aunque solo era diacono, haciendo muy buen trabajo, pues lograron varias conversiones  además de algunas sanidades y muy buenos testimonios, entre otras la  vecina de enfrente, de nombre Gabina Tapia y su hija Angélica Chávez y el esposo Jorge Carrillo, la Hna. Rosa María Lerista y  la hermana  Mélida  Bustillos.  
  Pasados algunos meses,  llegó el Hno. Antonio  Zubiate, para reforzar el trabajo y el mismo Hno. Ramón Carreón, fue a ayudarles a las hermanas y se hizo cargo del trabajo como Pastor, aunque solo era diacono, haciendo muy buen trabajo, pues lograron varias conversiones  además de algunas sanidades y muy buenos testimonios, entre otras la  vecina de enfrente, de nombre Gabina Tapia y su hija Angélica Chávez y el esposo Jorge Carrillo, la Hna. Rosa María Lerista y  la hermana  Mélida  Bustillos.  
  Por ese tiempo estando en un culto al aire libe, el sacerdote de la iglesia católica muy cercana, envió a uno de sus ayudantes  a correrlas y amenazarlas  para que no siguieran haciendo cultos y que se fueran de ahí, pero el hombre se espero a que terminaran  el culto  y se acerco  a ellas, diciéndoles llorando y de rodillas que él no podía hacer lo que le habían ordenado,  porque había sentido algo muy bonito, Gloria a Dios.  
  Por ese tiempo estando en un culto al aire libe, el sacerdote de la iglesia católica muy cercana, envió a uno de sus ayudantes  a correrlas y amenazarlas  para que no siguieran haciendo cultos y que se fueran de ahí, pero el hombre se espero a que terminaran  el culto  y se acerco  a ellas, diciéndoles llorando y de rodillas que él no podía hacer lo que le habían ordenado,  porque había sentido algo muy bonito, Gloria a Dios.  
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