Diferencia entre revisiones de «Felipe Crescencio Rivas Hernández»

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Sin negar las deficiencias que podía haber exhibido el hermano Rivas y las naturales contradicciones de un hombre de su posición y condición, podemos destacar positivamente en su liderazgo lo siguiente:
Sin negar las deficiencias que podía haber exhibido el hermano Rivas y las naturales contradicciones de un hombre de su posición y condición, podemos destacar positivamente en su liderazgo lo siguiente:
#''Felipe Rivas era un gran predicador y mantuvo la calidad de su mensaje hasta muy poco antes de su fallecimiento''. Lo era porque Dios lo puso en el ministerio y lo mandó a predicar. Lo podía hacer mucho mejor que otros que cursaron muchos años de teología. Movía a las multitudes prácticamente sin moverse él desde el púlpito ni pedirle a la gente que gritara, pues no acudía a los subterfugios barateros de quienes se pasan gran parte del tiempo de la predicación gesticulando, corriendo, “calentando” a la congregación para que se emocione, grite o corra. Él no necesitaba decirle a la congregación lo que debía gritar o repetir. Él predicaba la Palabra y la gente reaccionaba dando espontánea y genuinamente la gloria a Dios.
#''Felipe Rivas era un hombre de dignidad''. Su presencia no pasaba inadvertida en ninguna parte, pues llamaba la atención su porte y modo de vestir, aunque no era ostentoso. A mí me impresiona más que todo la dignidad de su condición económica. Nunca fue rico, vivió como sesenta años y sirvió más de un tercio de siglo en el ministerio antes de tener una casa, sencilla y modesta, que fuera propia. No se aprovechó del puesto para su beneficio personal ni esperó, como algunos, a hacerse primero de propiedades o dinero para después predicar el evangelio. Cuando los pesos que ganaba como obrero en la Metalúrgica de Torreón se podían contar con la mano y la obra le exigió tiempo completo, abandonó el trabajo y decidió vivir del evangelio. Cuando llegaron los duros años de la vejez, y sin que la Iglesia le produjera un ingreso constante, siguió viviendo del evangelio, sin avaricia ni ambiciones desmedidas, en la dignidad de un hogar donde se respiraba y vivía la paz.
#''Fue un hombre institucional''. Se fraguó en los años en que los ministros iban a la convención para estudiar la Biblia, oír proposiciones, debatirlas, contradecirlas, someterlas a votación y luego aceptarlas. Para él siempre eran muy importantes los acuerdos que se tomaban en las convenciones y en las reuniones de las distintas autoridades de la Iglesia. Se sometía a toda decisión legal y con ello dejó un ejemplo para quienes desean estirar la Constitución de la Iglesia para que dé la medida que a ellos les interesa o conviene, y olvidar que toda la autoridad con que cuentan los ministros les ha sido conferida y no se alienta con el caudillismo, tendencia que desapareció muy pronto después de que el hermano Rivas llegó a máximo dirigente de la Iglesia Apostólica.
#''Sólo así se explican los largos años que el hermano Rivas dedicó al liderazgo de la Iglesia a nivel nacional'', pues, más que innovador, fue símbolo de la Iglesia de su tiempo, pudo representar la voluntad de la Iglesia y sus ministros y enmarcarla en su propia voluntad de ser fiel a Dios y a la iglesia para la que el Señor lo preparó desde niño.
Finalmente, debo agregar que tuve el honor de servir simultáneamente con el hermano Rivas doce años de mi propia vida como miembros ambos de la Mesa Directiva de la Iglesia. Viajé con él por todo México, por América Central y Estados Unidos. Muy poco antes de su fallecimiento me tocó visitarlo en su casa en Tijuana cuando era claro que no le quedaba mucho tiempo de vida. Entre otras cosas le dije que yo suponía que durante un ministerio tan largo habría acumulado muchos documentos históricos que a mí me gustaría consultar (y, aunque no se lo dije, también me habría gustado que me los heredara). Su respuesta fue muy triste para mí, pues literalmente me dijo: “Hace poco me llevé tres días quemándolos. Pensé que a nadie le interesarían esos papeles”. Me dio mucha tristeza la noticia porque conozco el valor y utilidad de los documentos.
Fue llamado a la presencia de su Señor el día 8 de enero de 1986.
''(El original de esta crónica apareció en el número de EL EXÉGETA que siguió inmediatamente a la muerte del hermano Rivas, pero se publica ahora con gran parte de la redacción original, a la que se ha agregado información adicional que concede un mayor balance a la historia y más interés para los lectores actuales).''
''Época V Año 2 No. 12 1986.''


[[Categoría: Obispo Presidente]]
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