Diferencia entre revisiones de «1a San Luis Potosí»

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Su escudo de armas (el cual también es el escudo de armas del estado homónimo) está compuesto por un campo dividido en azul y oro, y en cada división dos lingotes de oro y dos de plata, con la figura de San Luis, Rey de Francia sobre un cerro, (el cual es en este caso: el Cerro de San Pedro, y en las laderas del mismo está la Villa del mismo nombre e indicadas las minas que dieron lugar a su fundación.
Su escudo de armas (el cual también es el escudo de armas del estado homónimo) está compuesto por un campo dividido en azul y oro, y en cada división dos lingotes de oro y dos de plata, con la figura de San Luis, Rey de Francia sobre un cerro, (el cual es en este caso: el Cerro de San Pedro, y en las laderas del mismo está la Villa del mismo nombre e indicadas las minas que dieron lugar a su fundación.


==Los enviados (pioneros de la IAFCJ en SLP)==
==Los enviados (pioneros de la IAFCJ en SLP)==
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===Los pioneros===
===Los pioneros===
[[archivo:Felipe_Rivas_y_Obispo.jpg|350px|left|thumb|Los Pioneros de la IAFCJ en San Luis Potosí]]
El comienzo de la obra apostólica en el estado de San Luis Potosí se remonta a la época  que el Rev. Maclovio Gaxiola (1964:  ), en su libro de Historia de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús (IAFCJ) le llama el Periodo de Prueba y Transición en el que todavía no se organizaban lo que ahora conocemos como distritos. El Pastor General como se le reconocía oficialmente entonces era el Rev. Felipe Rivas Hernández y a lo que aquí nos referiremos a continuación fue en el año de 1921 cuando providencialmente llegaron al poblado de La Dulce Grande, ubicado al norte de dicha entidad, los hermanos Gonzalo Mendoza, Secundina Sánchez y Eliseo Mendoza. Ellos procedían de Torreón, Coahuila, donde habían sido bautizados en agua en el nombre de Jesucristo en años anteriores y venían con el propósito de radicar y consecuentemente a compartir el evangelio a sus familiares y conocidos de ese lugar. Pronto sin que el hermano Mendoza fuera ordenado al ministerio, hubo conversiones e integró bajo su dirección el primer grupo de creyentes apostólicos en ese lugar. 
Ya en 1931 el hermano Felipe Rivas Hernández, todavía Pastor General de nuestra Iglesia en esa época y radicando en la ciudad de Torreón, Coahuila al tener conocimiento de la existencia de hermanos en la región del norte de San Luis Potosí, hizo una primer gira para relacionarse, animarlos e integrarlos en nacientes congregaciones. Para ese entonces, la Iglesia de La Dulce Grande, San Luis Potosí, ya había sido establecida y dicha visita del hermano Rivas pronto dio resultados para la expansión de la predicación de nuestra doctrina en distintos lugares de la región pero especialmente marcó el avance en dirección al sur hasta llegar a la capital de San Luis.
[[archivo:Campesino.jpg|400px|thumb|Campesinos en época de crisis]]
Cuentan que en 1935 las comunidades ejidales como son Los Hernández, La Dulce Grande y otras de la región norte del Estado de San Luis Potosí sufrían terrible crisis de escasez de satisfactores no sólo para sobrevivir sino para que los padres de familia y sus hijos aun pudieran subsistir. Dichas crisis eran una secuela de la pasada Revolución Mexicana y la todavía más reciente Guerra de los Cristeros.
Otra de las crisis no menos preocupantes era la situación de oscurantismo o desconocimiento del plan redentor divino y las prácticas de la fe cristiana que predominaba en las comunidades de la región mencionada. Ante esta lamentable condición el Señor Jesús comenzó a intervenir milagrosamente.
Tal es el caso de un padre de familia de nombre Nicolás Becerra Meza que a causa de prácticas supersticiosas de brujería había quedado viudo de su esposa Petra Mancillas y para poder mantener a sus seis hijos: Luis, Manuel, Rafaela, Bartola, Juan y Abel, tenía que alimentarlos con “corazón” de nopal y de palma datilera así como con nopal tierno asado al fuego.
Un día a causa del dolor y la gran compasión por el sufrimiento de sus hijos lanzó a Dios un grito desesperado diciendo: “Si no nos ayudas, mejor quítanos la vida”. Esto lo presenció su hijo mayor y un amigo suyo de la misma edad llamado Nicolás Meza quien este último lo confirmó al que esto suscribe (Eliazar Becerra 2013:00).
Ese mismo día que este hombre clamó ayuda al Señor Jesús, se dirigió a la hacienda del lugar a la que con anterioridad les había estado solicitando empleo varias veces y le había sido negado. Cuentan que para su sorpresa al llegar ya lo estaba esperando el hacendado don José María Salas y antes de saludarlo se adelantó diciéndole: “Qué bueno que vienes, iba a mandar que te buscaran porque necesito un vaquero que me surta los pedidos de reses para los ´partideños´ (compradores) de Torreón.” Inmediatamente lo contrató y entre 1935 y 1940 esta persona permaneció en esa hacienda prestando sus servicios y disfrutando de una economía familiar estable.
Por otra parte, un día llegó a la hacienda un ´partideño´ (comprador de ganado) llamado Jesús y mientras don Nicolás junto con él preparaban durante tres o cuatro días el ganado adquirido para llevarlo a Torreón, este comerciante que era miembro de la IAFCJ aprovechó para presentarle el plan de salvación del Señor Jesucristo. Don Nicolás logró aprendérselo de memoria con las citas bíblicas respectivas, mismas que pudo comprobar leyéndolas en una Biblia que tenía su patrón José María. Luego fue bautizado en agua en el nombre de Jesucristo y así continuó esparciéndose y difundiéndose el evangelio del Señor en la región norte del estado de San Luis Potosí. (Eliazar Becerra 2013:00).
Como hemos visto, ante los retos que presentaba la pobreza y hambre reinante en esta zona, Dios empezó a poner los medios para salvar milagrosamente a los habitantes de muchas de estas comunidades. Primero, comenzó a sensibilizarlos haciéndolos que reconocieran su condición de desamparo y tal experiencia los impulsara a buscar el auxilio en el Señor. Segundo, en respuesta a esa actitud de búsqueda y de fe en él, les proporcionó soluciones o propuestas de trabajo que les permitieran una mejoría económica. Tercero, guió y usó evangelistas o misioneros para que les compartieran el evangelio (buenas nuevas) de Jesucristo que pudiera redimirlos de su estado no sólo económico sino también de su estado espiritual.   
Fue hasta el año de 1959 que gobernaba el estado de San Luis Potosí el Sr. Francisco de la Vega, cuando Dios escuchó el clamor que procedía de lo más denso de las tinieblas de parte de los habitantes de la capital potosina. Para atenderlo, el Señor Jesús propició que el empresario Pedro Gallegos Calles, decidiera establecer una fábrica de yeso en dicha ciudad y en consecuencia dispusiera el traslado de su empleado de confianza hermano José Domínguez Marín y su familia que radicaban en el poblado de Los Hernández, para que se trasladaran a trabajar en el mencionado negocio en la ciudad de San Luis. Otra vez notamos en este caso al Dios misionero promoviendo el avance de su reino ahora en el corazón del estado.
Dicho hermano Domínguez con su familia se estableció en la Calle Monterrey 320, Colonia Ferrocarrilera e independientemente de estar prestando sus servicios al empresario citado, empezó también a invitar a sus vecinos para impartirles estudios bíblicos con fines evangelizadores. En ese tiempo conoció al hermano Rafael Montelongo que también había sido bautizado en el nombre de Jesucristo en los Estados Unidos y decidieron unir esfuerzos para interceder y proteger a los potosinos como una muralla de la influencia espiritual maligna. Así a la fecha (2013) se ha logrado en el estado de San Luis Potosí la gestación de trece iglesias y siete misiones y se espera que muy pronto se convierta el sueño de Dios de que sea declarado un nuevo distrito de nuestra denominación.
Por otra parte, desde el año de 1950 el Señor Jesús a través de su Espíritu Santo y la IAFCJ a nivel general, había decidido intensificar su expansión por todo el país estableciendo iglesias en ciudades importantes, especialmente en capitales de estado en las que se careciera de ellas. Para esto se enviaron evangelistas expresamente para que fundaran y consolidaran iglesias. Para respaldar esa labor se decidió que las entonces llamadas sociedades locales de jóvenes, señoras y señores  bajo la dirección de las confederaciones nacionales respectivas se abocaran a ayudar a sostener económicamente a esos fundadores de nuevas iglesias y proveyeran lo necesario para la adquisición de terrenos y en algunos casos a construirles lo indispensable para que pudieran cumplir con ese ministerio.
A la par de esta misma década de los 50, estando de Pastor el hermano Aurelio Martínez y su esposa Ma. de la Luz Rivas, en Los Hernández, S.L.P., decidió dicho hermano visitar a un conocido de nombre Francisco Saucedo que vivía con su familia en Rincón del Porvenir, municipio de Mexquitic de Carmona, situado por la carretera a Zacatecas a escasos 20 kilómetros al norte de la capital. El propósito de la visita era para presentarle el plan de salvación y sorprendentemente al poco tiempo fue bautizado junto con su esposa que también se llamaba Francisca y tres de sus hijos: Santos, Rafaela y Gabino. Esto ocasionó que para brindarles el acompañamiento debido, el hermano Aurelio tuviera que recorrer frecuentemente entonces 120 kilómetros que cubría en tres jornadas a lomo de caballo tanto de ida como de venida desde aquel lugar que pastoreaba.
Ante lo cansado de seguir pastoreando esta familia y a otros simpatizadores desde Los Hernández, se entregó esta misión para que fuera atendida mejor. Fue entonces que las autoridades de la Iglesia designaron al hermano Sabino Santos Magdaleno para que los siguiera visitando desde Aguascalientes aprovechando como medio de transporte el ferrocarril de ese entonces y complementándolo con un macho, (también llamado mulo, masculino de mula) que utilizaba de la estación al poblado de El Porvenir. 
Posteriormente, al contar con miembros bautizados en el área de la ciudad de San Luis y  con el fin de aplicar en este lugar el plan acordado del establecimiento de iglesias en las capitales del país, las autoridades de la Iglesia determinaron encausar el apoyo necesario para la fundación de la que sería la Primera Iglesia de San Luis Potosí.
Con ese fin, en abril del año de 1961 fue cuando el hermano Sabino Santos Magdaleno recibió la encomienda de colaborar como evangelista nacional en esta ciudad, sin descuidar la atención de las misiones aledañas. Para el efecto, se mantuvieron los contactos y reuniones para evangelizar que hacía  dos años se habían establecido dándoles continuidad en casa de la familia Domínguez antes mencionada. Después se mudaron a casa del hermano Rafael Montelongo en la Calle Pedro Montoya del Barrio Santiago, posteriormente, se estuvieron congregando en casa de la familia Luévano Guillermo ubicada en la calle Pedro Moreno del mismo barrio ya citado.
Los primeros bautizados en este lugar fueron los hermanos José y Teofilita Alonso y el hermano Zeferino López. Posteriormente fueron bautizados Pedro y Juana Hernández e hijos, Isabel Sandate e hijos.
Para 1963 el grupo de hermanos bautizados lo formaban las familias: Domínguez Mancillas, Saucedo Silos, Montelongo, Luévano Guillermo, Salas Dimas (Julito y Chindita), Flores Montes y los hermanos Senaido Montes y Leonardo Estrada. Todos ellos provenían de diferentes lugares del estado de San Luis Potosí como Hernández, El Porvenir, San Antonio, la región lagunera y hasta de los Estados Unidos. Al contar con este terreno, las familias y hermanos antes mencionados comenzó la construcción de lo que fue la primera casa de oración y que en treinta días lograron dejarla en condiciones para utilizarla.
[[Categoría: Zacatecas Distrito]]
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