José Ortega Aguilar

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En la Ciudad de México, el 20 de abril de 1907, nació el Rev. José Ortega Aguilar. Sus padres fueron Leonardo Ortega e Isidra Aguilar. Tuvo cuatro hermanas y dos hermanos: Epigmenia, Amparo, Román, Aurora, Armando y Teresita. Él ocupó el segundo lugar en el orden de los nacimientos en su familia. Tuvo una infancia muy difícil, de muchas carencias y penalidades. Pero en 1923, empezó a cambiar su situación. Al año siguiente, en mayo, su familia y él viajaron a Estados Unidos, logrando entrar por El Paso, Tx., siendo así como escuchó por primera vez acerca del evangelio, por medio de unos jóvenes que entonaban la alabanza “Pecador, ven al dulce Jesús”, y enseguida le compartieron la palabra de Dios. De esta manera, quedó sembrada la semillita en el corazón del hermano Ortega. Al paso de los días, iba creciendo, creando una gran necesidad en su alma de buscar a más personas que pudieran compartirle de estas nuevas, al grado de que en los lugares que se asentaban, ya que trabajaban en las labores del campo, se daba a la tarea de localizarlos. Siempre lo logró. Y fue en San Bautista, CA, el 25 de diciembre de 1924, en compañía de otros cuatro hermanos que fue bautizado en el nombre de Jesucristo. El ministro que ofició esta ceremonia fue Martín Tagle, en una congregación perteneciente a la Asamblea Apostólica.

Cuando su madre se enteró de su conversión, se mostró muy ofendida, amenazándolo de desconocerlo como hijo mayor, al sentirse traicionada, ya que él había abandonado la religión que ella le había enseñado desde niño. El hermano sufrió el menosprecio de ella por muchos años, pero él no perdía la esperanza de que el evangelio también nacería en su corazón y en el de su familia, y que toda se entregaría al Señor.

Para 1948, envuelta en graves problemas, su madre se refugió en el hogar del hermano José, y reconociendo su derrota y que sólo Dios podía ayudarle, se bautizó en el nombre de Jesucristo, en Torreón, Coah., el 25 de abril de ese mismo año. El 20 de diciembre de 1927, el hermano Ortega recibió el Espíritu Santo en Calipatria, Ca., en un culto presidido por el hermano Epifanio M. Cota. Es en este año cuando compone el canto “Los caminos de Dios”. Al año siguiente, junto con el joven Luis G. Guerra formó la primera Sociedad Juvenil de la Asamblea Apostólica de los Estados Unidos, bajo la cobertura pastoral del patriarca Antonio C. Nava. Desde 1929 estableció su residencia en Torreón, Coah., conociendo ahí a la familia Rivas Hernández, con quienes creó lazos muy fuertes, tanto emocionales como espirituales. Conoce al hermano Felipe Rivas Hernández con quien en 1930 se une en la formación de la Asamblea Apostólica de México, cuya organización cambió su rubro a Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús en 1944.

Su esposa fue miembro de esta familia, la hermana María Esther, con quien contrajo feliz matrimonio el 6 de marzo de 1933. Tuvieron cinco hijos: Esther, Eunice, Benjamín, Ruth y Elizabeth (quien ya descansa en el Señor). La hermana Esther fue de las primicias del ministerio del hermano Miguel García (sobrino de Romanita Carbajal de Valenzuela y primero en aceptar el evangelio). La hermana Esthercita fue una mujer ejemplar en la obra de Dios, principalmente destacó en el liderazgo de la Fraternidad de Señoras, ya que fue la primer Presidente a nivel nacional durante doce años. Muchas cosas podrían decirse de ella como mujer, esposa, madre y sierva de Dios. En septiembre de 1976 fue llamada ante la presencia de Dios.

El hermano Ortega desde muy joven fue una pieza clave en la dirección de la Iglesia Apostólica de México. En 1932 fue ordenado al ministerio. Y desde ese año inició su participación en el liderazgo de la iglesia: Fue secretario de la Primera Convención General celebrada en Torreón, cuando toda la papelería cabía en un solo portafolios. Allí fue nombrado Secretario General de la Iglesia, cargo que desempeñó por veintiocho años ¡Cuántas experiencias acumulan casi tres décadas de entrega en esta área! Después salió electo Secretario de Misiones Nacionales y Extranjeras, en donde trabajó por ocho años, viajando y estableciendo iglesias en México y en Centroamérica.

Durante estos años, realizó viajes continuos a Convenciones Generales de la Asamblea Apostólica, mismos que le permitieron establecer amistades firmes con hermanos de nuestra hermana iglesia. En 1935, conoció al hermano Maclovio Gaxiola López, quien se unió al trabajo que venían desempeñando el hermano Rivas y el hermano Ortega, dirigiendo la iglesia de México por muchos años. Su familia y él, en 1966, se trasladaron a Indio, Ca., desarrollando un pastorado por quince años, y además, sirviendo como miembro de la Mesa Directiva del Distrito de California, y luego como Secretario de Publicaciones de la Asamblea Apostólica. Dentro de la herencia escrita que nos deja, figura su autobiografía “Mis memorias” publicada en 1998.

Desde 1981 se desempeñó como Obispo Emérito de la Asamblea Apostólica, realizando funciones de consejero de la Mesa Directiva, evangelista, consejero pastoral y matrimonial. Después de que el hermano Antonio C. Nava partió con el Señor, en el año 2001, el hermano Ortega fue nombrado Patriarca de la Asamblea Apostólica. En la Iglesia Apostólica, en cada Convención General, su presencia siempre nos acompañó. Vez tras vez tuvimos el honor de que estuviera con nosotros. La última ocasión fue en la Convención de Acapulco, en 2002, donde dirigió un saludo de exhortación a toda la feligresía.

Fue el día sábado, 7 de agosto del 2004, cuando nos informaron de su fallecimiento en su hogar, en Indio, Ca., a las 8:41 de la noche, a la edad de noventa y siete años, después de varios días de luchar por recuperarse de una caída que le provocó graves daños en su cuerpo. Su hijo Benjamín hizo la oración de entrega al momento de ser recibido en gloria. Que de Dios goce el hermano, padre, abuelo, amigo y siervo, y descanse de todas sus obras que le acompañan hasta el día del Señor.

José A. Ortega. Mis memorias. 1998. Pp. 13-33. En Memoria del Patriarca José Ortega A. Publicación especial de la Asamblea Apostólica