Miguel Agustín Reyes

Es originario de Cd. Ojinaga, Chih., en donde nació el 14 de agosto de 1941, sus padres fueron Antonio Guerrero y Pascuala Reyes, fue el tercero de la familia, pues habían nacido antes dos hermanas de nombre María del Patrocinio y Manuela Catalina, ambas tenían como apellido Guerrero Reyes, mientras que el referido fue registrado como Miguel Agustín Reyes; porque por alguna razón sus padres se encontraban separados, y su padre no se encontraba en Ojinaga, ya que trabajaba en el Mineral de San Carlos, Chih. Estuvo casado con la Hna. Soledad Barajas; en su matrimonio procrearon a Miguelito que actualmente es pastor.

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Su madre murió a consecuencia de un parto mal atendido, donde nació una niña que quedo al cuidado de sus padrinos, aunque días después también falleció.

Siendo todavía muy joven, aceptó a Cristo como su Señor y Salvador, siendo bautizado en su nombre el año de 1957. Su ordenación al ministerio de la iglesia corre desde abril de 1961, habiendo servido en el pastorado en diferentes congregaciones por más de 20 años. Su ministerio lo ha desarrollado, además, en funciones directivas y de liderazgo pues por dos períodos ocupó el puesto de Obispo Supervisor en su distrito y desde el año de 1974, fue miembro de la H. Mesa Directiva Nacional de la Iglesia: dos períodos en la Secretaría de Evangelización, en la Secretaría General, como Vicepresidente y su última gestión, antes de la elección extraordinaria en que resultó electo Presidente, fue en la Secretaría de Misiones Extranjeras.

COMENTARIO DE LA CARTA A LOS EFESIOS, POR MIGUEL A. REYES

  1. El contenido de un saludo.

En mi niñez, de eso hace ya muchos años, me gustaba mucho escuchar el saludo que daba un buen anciano que decía: "Muy buenos días le dé Dios, para servirle". Las personas gustosamente contestaban el saludo y agregaban "Gracias". Un día me atreví a preguntarle por qué ellos le contestaban así y me comentó que ellos creían que les decía "para servirles" a ellos, pero en realidad lo que él les deseaba era que ellos, merced a que Dios les daba buenos días, esa dádiva la emplearan para servir con gratitud a Dios; desde entonces me ha gustado fijarme mucho en el contenido de los saludos y tal vez por eso he observado con detenimiento la forma en que los escritos antiguos, y principalmente los registrados en las cartas de los apóstoles y he encontrado en ellos algunas importantes enseñanzas para mí, y hoy deseo compartir con ustedes, amables lectores, lo que contiene el saludo de Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. (Vea Efesios 1: 1,2).


Información tomada de EL EXÉGETA Época VI Año 1 Verano 1987 Pág. 13